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((**Es12.361**) asuntos, y de este modo se arreglaron varias cosas. Puedo también decir que Su Santidad ponía en mí una confianza especial y, en los límites convenidos, me dejaba plenos poderes para tratar los asuntos. También Su Excelencia el ministro Vigliani tenía conmigo extraordinaria confianza, y me dejaba en muchas cosas casi completa libertad, aunque sabía que yo era más papista que el mismo Papa. Aquí el diputado Ferraris lo interrumpió diciendo: -íEs verdad, es verdad! Yo puedo atestiguar las palabras que dijo Vigliani al abandonar el Ministerio. Dijo exactamente: <>. -Yo por mi parte, siguió diciendo don Bosco, aceptaba encargos de toda suerte; y puedo también decir que el Papa me dejaba hablar sin interrumpirme, aun en los temas que más le contrariaban. Unicamente yo no admitía encargos oficiales. Pero muchas cosas se emprendieron de acuerdo con Vigliani; ((**It12.423**)) pero por la imprudencia de alguien no se pudieron efectuar. Las palabras de don Bosco, que hablaba con tanta sencillez de cosas importantísimas, eran escuchadas en profundo silencio general. -íAy, ay!, replicó Nic_tera; usted, don Bosco, no dice todo lo que piensa... ->>Yo? >>Y por qué? -íPorque es usted muy pillo! ->>Dónde quieren ustedes que esté mi picardía? Lo que tengo en el corazón, lo tengo en los labios. No hay secreto que sea lícito u oportuno descubrir, que yo no lo manifieste a todos. Todo lo que yo quiero hacer, lo sabe hasta el último alumno de nuestras casas. Si la picardía consiste en esto, entonces puedo creer que soy verdaderamente pillo. En lo tocante a religión, estoy con el Papa y me glorío de ello. ->>Y en cuanto a las cosas modernas?, insinuó Nic_tera. -íObedezco a las autoridades constituidas! -Y sin embargo, me parece que usted, don Bosco, no nos dice todo. -Perdone, señor; por la manera como hablo, pueden ustedes darse cuenta de que yo no estoy aquí para adular, sino que, como hombre franco y leal, doy siempre a conocer mis sentimientos. Todos saben cómo piensa don Bosco. Al llegar a este punto el senador Ricotti, el historiador, tomó la palabra y dijo a don Bosco: (**Es12.361**))
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