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((**Es12.225**)((**It12.259**)) CAPITULO IX MISIONES Y MISIONEROS DOS eran los blancos de tiro a los que apuntaba don Bosco con su expedición de misioneros; atender al bien espiritual de los emigrantes italianos e intentar llegar a los indios de las Pampas y de la Patagonia; ya se estaba disparando sobre el primero; para el segundo estaba todo por hacer y el Beato pensaba constantemente en él. Desde distintos puntos llegaban proposiciones, que parecían responder a aquel intento y que también servían para demostrar la gran consideración en que eran tenidos los primeros salesianos que pusieron su pie en América. El Arzobispo de Buenos Aires habría querido confiar a los salesianos una parroquia en Carmen de Patagones, la última de su vastísima diócesis hacia el sur, lindante con el norte de Patagonia; un hospicio allí podía llegar a ser el centro de atracción para los indios del Río Negro. El genovés Antonio Oneto, comisario de la Colonia galesa, así llamada porque se componía de colonos oriundos del país de Gales, trataba con don Juan Cagliero para que enviase dos salesianos, que se establecieran por aquellos parajes y se dedicaran a los indios del Chubut. Poseemos una larguísima carta del primero de marzo de 1876, en la que este señor describe el estado de la Colonia y las condiciones del país, y proporciona a don Juan Cagliero importantes noticias: <((**It12.260**)) ocupada por indígenas de la familia de los pamperos. A mediados de febrero, estuvieron aquí cuarenta y un individuos de aquel pueblo o tribu, con su jefe o cacique, que se llama Foyel, para vender pieles de guanaco o de zorra. Son gentes semicivilizadas y me parece que no quieren delitos sangrientos. He expuesto al cacique las buenas intenciones del Gobierno Argentino respecto a ellos; le pregunté si recibiría de buen grado a los misioneros católicos en sus tierras y él me contestó afirmativamente. Esta tribu es numerosa y tiende a abandonar la vida nómada. Desde su tierra hasta la colina del Chubut emplearon trece días, que a razón (**Es12.225**))
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