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((**Es12.143**) Dada su condición, sentía cada vez más la necesidad de penetrar en todos los ambientes y ganarse amigos de toda clase de personas. Tenía además diversas y serias razones para volver a Roma; era especialmente necesaria su presencia para arrancar privilegios poco a poco, uno tras otro, puesto que veía cerrado el camino para obtenerlos todos de una vez. Basta recordar las peticiones presentadas a fines del año 1875. Así que, el comparecer allá, invitado formalmente y no por su propia voluntad, justificaba su viaje a los ojos de quien vigilaba en Turín y de los que quizás desconfiaban de él en Roma. Y le facilitaba el acceso a los prelados de la Curia. La misma circunstancia le ponía el abrigo de las sospechas de los que espiaban sus pasos en las relaciones con los hombres del Gobierno. Llegó a Roma hacia las dos de la tarde del 5 de abril. Fue recibido por el <> señor Alejandro Sigismondi, el cual le acompañó a su casa en la calle Sistina, le asignó un cómodo apartamento, libre de todo control de extraños, en la última planta, con una hermosa terraza que le permitía contemplar el delicioso panorama de la ciudad. Se entregó enseguida ((**It12.161**)) al trabajo y comenzó al mismo tiempo sus peregrinaciones por la ciudad para visitas de negocios más que de pura conveniencia. Pero, antes de seguir, queremos dar una muestra del diario arriba mencionado. Estas eran las anotaciones de los cuatro primeros días: <>. Como se ve, aquí tenemos un index rerum (simple índice) pero sin detalle alguno de las cosas. Los asuntos romanos no absorbían a don Bosco de suerte que le impidieran llegar con el pensamiento a Turín. Tocaremos dos cosas solamente. Al salir del Oratorio, tenía la pena de no ver todavía el éxito de (**Es12.143**))
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