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((**Es11.90**) creer lo contrario al Arzobispo; y en consecuencia, gravísimas molestias para quien dirigía los ejercicios, y disgustos por ambas partes. Podría continuar con una larga serie de casos semejantes. Ahora bien, el que quiera sacar consecuencias de estos hechos, >>a qué conclusión podría llegar? Me duele en el alma tener que luchar con otras graves dificultades y aguantar los efectos de estas relaciones. Si ha de comunicarme algo, ruégole lo difiera (sic) hasta la próxima semana, porque hoy salgo en busca de dinero, pues no tengo un cuarto. Estaré fuera ocho días. Nadie hubiera pretendido que no se dejara entrever nada en casa, estando tan tirantes las relaciones; tanto más que don Bosco debía, en fuerza de los hechos, dar alguna información a los miembros del Capítulo Superior y a los Directores en la reunión de san Francisco, aunque no fuera más que para que supieran las relaciones jurídicas en que se encontraba la Congregación ante las autoridades eclesiásticas locales. Estos superiores, a su vez, no se consideraban obligados, como se dice, por el secreto del santo oficio. Así se explica cómo, a veces, aun delante de don Bosco, recayera la conversación sobre el espinoso asunto. Un día precisamente, hablando de los obstáculos, que por aquella parte entorpecían el progreso de la Congregación, don Bosco, con su gran habilidad, siempre dispuesto para orientar a un buen fin la conversación, dijo con su calma habitual: -Suerte la nuestra, que siempre vamos seguros hacia adelante in nomine Domini. Estamos seguros de que Dios lo quiere así. Por eso todas las dificultades que encontramos proceden de que no se explicaron bien las cosas o no se entendieron bien, y hay alguna confusión 1. ((**It11.98**)) El 4 de febrero fue a Turín monseñor Fissore. Se entrevistó primero con don Bosco y con el Ordinario por separado, y asistió más tarde a un intercambio de ideas entre ambos en el palacio episcopal. Después partió para Vercelli, esperando haber conseguido algún éxito. Había transcurrido, entre tanto, un mes, desde que don Bosco había recibido las cartas del cardenal Berardi, y aún no le había contestado; una vez tenidas las entrevistas dichas, pensó que ya era tiempo de romper el silencio. Puso, pues, por escrito las cosas, un tanto a la buena, y envió al benévolo Purpurado la siguiente relación, admirable por su sencillez y serenidad, sin que por eso le falte una razonable firmeza. Puso una especie de título en la cabecera de la carta, como para indicar su fin principal y, para prevenir cualquier sospecha de 1 Crónica de don Julio Barberis.(**Es11.90**))
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