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((**Es11.469**) Nos tomó de la mano y la tuvo entre las suyas largo rato. íCuánto cariño tiene a don Bosco y a la Congregación! Antes de despedirnos nos entregó una limosna de treinta liras para el Oratorio, protestando que nos hubiera dado más, de haber podido. Nosotros se lo agradecimos, primero rogándole que no se molestase, pues se había levantado para ir a buscar el dinero, y después prometiéndole con toda gratitud nuestro perpetuo recuerdo y continuas oraciones. Por último S. E. Vitelleschi. Tuvimos que hacer dos viajes. -íMonseñor tiene mucho que hacer!, nos decían los sirvientes. La última vez añadieron que Monseñor se disponía para ir a almorzar. Yo sabía, por el señor Alejandro que S. E. almorzaba a las dos y media y, como todavía eran las dos y diez, pedí que, al menos, anunciaran al Arzobispo que dos sacerdotes de don Bosco pedían audiencia. Su Excelencia en persona salió a recibirnos y nos pasó a un saloncito. Se habló de la Casa, de los muchachos, de don Bosco y de N. N. Este Prelado es totalmente nuestro. Nos aseguró que, en la primera quincena de junio, se pondría a discusión el asunto de los privilegios. Nos dijo que lo había visto en el Vaticano. En cuatro días hemos recorrido Roma de uno a otro extremo. Sobre todo porque frecuentemente estos Prelados no se encontraban en casa. Hemos intentado visitar a otros pero hasta ahora no hemos podido encontrarlos en casa. Hemos entregado a todos la carta de don Bosco y los libros. ->>Y cómo corresponder a tan hermoso regalo?, decían estos buenos prelados.Ya es una dignación el aceptar esta demostración de nuestro respeto y ello nos animará a continuar nuestros trabajos. Por lo demás, bastante han hecho por nosotros al dispensarnos su protección, que les rogamos quieran seguir dispensándonos. Y les hemos asegurado que en todas nuestras Casas se pide a Dios por ellos. Esta es la relación de nuestra misión diplomática. Sigo la carta para decirle que estuvimos con monseñor Fratejacci. Aquello fue un diluvio de cumplidos, un torrente de anécdotas y un río de elocuentes discursos, que duraron sus tres buenas horas. Nos besó, quiso a toda costa que tomáramos una copa de vino blanco y nos invitó a comer para el miércoles. Había estado enfermo con bronquitis durante cuarenta días, por lo que no había podido ((**It11.559**)) hacer lo que don Bosco deseaba. Pero me aseguró que había estado representando a la Sociedad ante el abogado Menghini; que mañana iría expresamente al abogado; que examinaría la situación para que resultara de modo que obtuviera los votos de la Congregación; que añadiría a las súplicas los principales privilegios, que él notara se habían omitido; nos habló de las horas tristes por causa de N. N. etc. Fuimos también a visitar a la Madre Galeffi y vimos a la sobrina de Pío IX, María Pía. Muchos saludos de parte de estas buenas madres y hermanas. Don Bosco, ruegue por nosotros, que Dios sabe cuánto queremos a nuestro Superior. Apenas hayamos visto al Papa, partiremos a gran velocidad para volver a su lado. Un millón de saludos de parte de la señora Matilde y el señor Alejandro; y también de los Cardenales y Monseñores que hemos visitado. El gato, el papagayo y el señor Alejandro, junto con la criada de monseñor Fratejacci, saludan a don Joaquín Berto. Roma, 16-5-75. Su afmo. hijo LEMOYNE, Pbro. N. B. Bonetti está bien, pero no quiere firmar porque he metido al papagayo. (**Es11.469**))
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