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((**Es11.454**) 5 COOOERADORES SALESIANOS O LO QUE ES LO MISMO UN MODO PRACTICO PARA AYUDAR A LAS BUENAS COSTUMBRES Y A LA SOCIEDAD CIVIL I Unión cristiana para bien obrar En todo tiempo se juzgó necesario que los buenos se unieran para ayudarse mutuamente a hacer el bien y tener lejos el mal. Así hacían los cristianos de la Iglesia primitiva, los cuales, a la vista de los peligros que cada día les amenazaban, sin perder sus ánimos, unidos con un solo corazón y una sola alma, se animaban mutuamente a permanecer firmes en la fe y dispuestos a superar los incesantes embates que les amenazaban. Este es el aviso que dio el Señor cuando dijo: Las fuerzas débiles, cuando se unen se hacen resistentes; y si una cuerdecilla sola se rompe fácilmente, es mucho más difícil romper tres unidas. Vis unita fortior, funiculus triplex difficile rumpitur. Así suelen hacer también los hombres del mundo en sus empresas temporales. >>Y deberán acaso los hijos de la luz ser menos prudentes que los de las tinieblas? No, ciertamente. Nosotros los cristianos debemos unirnos en estos tiempos difíciles y, de común acuerdo, promover el ((**It11.541**)) espíritu de oración y de caridad con todos los medios que la religión suministra para quitar o al menos mitigar los males que a cada instante pueden poner en peligro las buenas costumbres, sin las cuales se derrumba la sociedad. II La Congregación Salesiana vínculo de unión Esta Congregación, que ha sido aprobada por la Iglesia, puede servir de vínculo seguro y estable para los Cooperadores Salesianos. En efecto, ella tiene como fin primario trabajar en favor de la juventud, en la cual se fundamenta el porvenir lisonjero o catastrófico de la sociedad. No pretendemos decir con esta propuesta que éste sea el único medio para remediar tal necesidad, porque hay mil más; nosotros mismos recomendamos vivamente que cada uno emplee los medios que juzgue oportunos para alcanzar este gran fin. Por nuestra parte proponemos uno que es la obra de los Cooperadores Salesianos, rogando a los buenos católicos que viven en el siglo que vengan en ayuda de los socios de esta Congregación. Es verdad que el número de ellos ha crecido notablemente; pero aún estamos muy lejos de poder responder a las peticiones que cada día nos llegan de distintos lugares de Italia y de Europa, de la China, de Australia, de América y señaladamente de la República Argentina: Desde todos estos lugares se nos hacen continuos ruegos para que enviemos sagrados ministros que se hagan cargo de la juventud en peligro, que vayan a abrir casas o colegios, a iniciar o al menos sostener misiones, que ansían la llegada de nuevos operarios evangélicos. Y para acudir a tan gran necesidad se buscan cooperadores. (**Es11.454**))
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