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((**Es11.439**) el coro y otro en el ábside, se respondían y entremezclaban sus voces desde las dos extremidades. Se lee en las actas del capítulo de la Casa del 26 de diciembre que fue tal el <> para la comunión, que se estudiaba la manera de facilitar el acceso en lo sucesivo. Acabada la ceremonia, los muchachos cenaron la consabida <> o guiso de callos, y se fueron a dormir. También la <>, ha pasado a ser en el Oratorio un lejano recuerdo. En su Diccionario moderno tilda Alfredo Panzini este plato de <>; pero se ve obligado a añadir que <>. Dice, además, que este plato <>. Tenía en Turín también mucha aceptación y el Beato, gran conocedor de los gustos populares, sabía hacerlos servir oportunamente para su fin, conciliando el gusto de los muchachos con sus posibilidades económicas. Ocurrió en aquella función religiosa un incidente, cuyo recuerdo suscita todavía hilaridad entre los raros sobrevivientes que fueron testigos auriculares. El diácono, al cantar el Ite missa est, hizo con la i del ite unos gorgoritos tales, subiendo y bajando, que perdió la tramontana y no sabía como terminar. El subdiácono le decía en piamontés ((**It11.520**)) que acabara, y los fieles, pasmados al principio, empezaban a reír. El Siervo de Dios, tranquilo y resignado, repetía suplicante: -íBologna, para! Pero el otro continuó impertérrito hasta lo increíble. Son de imaginar los comentarios de lo ocurrido durante el día. Se hablaba del hecho aquella tarde, delante de don Bosco, y dejó él que los presentes se desahogaran; y en el momento oportuno contó un caso que le había sucedido a él mismo. Un día debía él cantar en la iglesia, pero no recordaba la entonación. Entonces tomó un tono cualquiera y salió del apuro con unas notas de su invención. Esperaba después las observaciones del párroco, pero éste le alabó diciendo que él no hubiera sido capaz de salir del paso tan bien como él lo había hecho. Se transparentaba la moraleja de la fábula: ponerse en el pellejo ajeno, para aprender a compadecer. El último día del año dio don Bosco el aguinaldo a toda la comunidad, reunida para las oraciones de la noche en el gran salón locutorio, que se hallaba en la planta baja del edificio saliente, que conduce a las habitaciones del Beato. Los muchachos le recibieron con aplausos y aclamaciones. Y como éstas no cesaban, hizo un ademán con la mano y dijo: (**Es11.439**))
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