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((**Es11.408**) El día 27 salió para Borgo San Martino. Es muy probable que pasara allí la noche en oración, porque el clérigo Nai, que fue encargado al día siguiente de arreglar su habitación, encontró la cama intacta. Pero ni él, ni ningún otro de la casa penetró en el doloroso secreto; más aún, cuando unos años más tarde se enteró don Luis Nai, recordaba todavía muy bien que, durante aquellos días, el Beato no solamente no manifestaba la menor turbación, sino que recibía según ((**It11.482**)) costumbre a los hermanos, y se entretenía con ellos como si no tuviese nada más que hacer y que pensar en el mundo. Con respecto a él mismo, el joven clérigo le encontró tranquilo y con ganas de broma, lo mismo que siempre que había hablado con él. De haber habido algo diferente en el continente de don Bosco, no habría pasado desapercibido a los ojos de sus hijos, que conocían a la perfección sus costumbres. No obstante, el director había sido puesto al corriente del asunto. Los que hemos estado con don Juan Bonetti aun en momentos críticos y conocemos el ardor de su espíritu y la vivacidad de su temperamento sincero, no nos hemos sorprendido al encontrar los documentos que a continuación reproducimos. Se trata de dos cartas, la primera de las cuales es para el cardenal Antonelli, Secretario de Estado, y la segunda para el Padre Santo. Eminencia: Vuestra bondad, tantas veces experimentada por mi mismo, me anima a acudir de nuevo a vuestra Eminencia Rvma. y solicitar un favor. Le suplico respetuosamente se digne presentar la adjunta carta al Padre Santo, a quien necesito manifestar mis penas e implorar su ayuda soberana. En la seguridad de obtener este favor le doy gracias de corazón y pido al cielo le conceda un término feliz del año que acaba y un buen principio del que está por nacer. Me es grato poder profesarme con mucho aprecio y profunda veneración, De V. E. Rvdma. Borgo San Martino, 28 de diciembre de 1875. Su atto. y s. s. JUAN BONETTI, Pbro. Director del Seminario Menor de Borgo San Martino Padre Santísimo: Antes de nada os pido perdón, Padre Santísimo, si con la presente añado un motivo más de amargura a Vuestro ya tan amargado espíritu; perdón que yo espero de Vuestro buen corazón, y, además, porque soy un hijo que en el colmo de sus penas viene a buscar alivio en el mejor de los Padres, en el Supremo Moderador de la Congregación Salesiana, a la que tengo la fortuna de pertenecer. (**Es11.408**))
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