Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es11.383**) El Arzobispo no quedó satisfecho con estas explicaciones, por lo que volvió a la carga. <>. Lo invitaba, por consiguiente a presentar las pruebas de los que consideraba demostrables 1. La parte débil de la postura del Arzobispo estaba en la arbitraria interpretación del decreto tridentino. No se trata en él de toda especie de milagros, sino solamente de los que se atribuyen a los Siervos de Dios, aún no beatificados o canonizados. ((**It11.452**)) Así lo explica Benedicto XIV 2. Por consiguiente, no era aplicable a los milagros y favores, narrados en los libritos censurados que se decía habían sucedido por intercesión de María Santísima, cuya canonización no se puede poner en duda. Ya se contará en su lugar toda la historia de esta controversia. Aquí sólo diremos lo que se refiere al librito en cuestión. El Siervo de Dios se vio obligado a prepararse una defensa modis et formis (en debida forma), que envió a la Sagrada Congregación de Ritos en el 1878, para poner a salvo su persona y su obra, ante la eventualidad de un recurso a Roma por parte del Ordinario, como enseñaba la experiencia que podía suceder de un momento a otro. Y no erró. En efecto, en mayo de 1879 apareció un opúsculo de Lemoyne con cincuenta y tres narraciones de gracias recibidas, impreso en la tipografía de Sampierdarena para las Lecturas Católicas. Monseñor hizo un paquete con los tres volúmenes y los envió al cardenal Bartolini, Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, acompañándolos con una carta suya, que empezaba así: <(**Es11.383**))
<Anterior: 11. 382><Siguiente: 11. 384>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com