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((**Es11.380**) Dios ya había publicado en las Lecturas Católicas de noviembre de 1854, con ocasión del Jubileo extraordinario de tres meses, convocado por Pío IX, un opúsculo dividido en tres partes: Encíclica del Papa, cuatro diálogos, y visitas de las iglesias. En el 1865 hubo otro jubileo extraordinario de un mes y volvió a publicar su librito, sustituyendo, como es natural, la encíclica anterior por la presente. Los cuatro diálogos los convirtió en seis, pues conservó los dos primeros e hizo cuatro de los otros dos. Para ((**It11.448**)) la visita de tres iglesias, proponía en aquél tres meditaciones: sobre la salvación del alma, la muerte y el juicio. Y en éste presentaba dos series de tres meditaciones, poniendo en la segunda serie las tres meditaciones dichas, y en la primera tres nuevas: la confesión, la comunión y la limosna. Por fin, el primero lo cerraba con la corona en honor de la Inmaculada Concepción de María y el cántico <> de Silvio Péllico, y el segundo termina con dos ejemplos de gracias concedidas por la Virgen. Es de advertir que el Jubileo de 1854 tenía por finalidad implorar del Cielo que iluminara al Pontífice para que pudiese tomar lo más pronto posible una decisión sobre la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, que redundase a la mayor gloria de Dios y de la misma Virgen Santísima, y el Jubileo de 1865 se proclamó en el décimo aniversario de la definición dogmática. Pasamos ahora al Jubileo del Año Santo. El Beato aprovechó el contenido de su segundo opúsculo incluyendo la encíclica de 1875, en lugar de la de 1864, y añadiéndole la Carta Pastoral de monseñor Lorenzo Gastaldi que explicaba las condiciones y las gracias del Jubileo; y, como eran cuatro las iglesias que se debían visitar, eligió las siguientes meditaciones: confesión, comunión, limosna y pensamiento sobre la salvación del alma, pero añadió un preámbulo brevísimo, explicando las intenciones de la Iglesia al promulgar el Jubileo, los favores concedidos y las condiciones para lucrar la indulgencia plenaria. De este volumen entresacó al mismo tiempo un pequeño manual de uso práctico, que sólo contenía este preámbulo y las cuatro meditaciones. Este manual lo repartió a los muchachos para que lo emplearan en las visitas a las distintas iglesias y lo conservaran después como recuerdo. Como estaban prohibidas las procesiones, el Beato pidió a la Sagrada Penitenciaría la conmutación de las visitas a las iglesias, en favor de los alumnos del Oratorio y de los otros colegios. Mas el Tribunal no consideró oportuno concederlo. Sin embargo, para facilitar la adquisición del Jubileo, permitió que se hicieran las procesiones del mejor modo posible, ((**It11.449**)) sin llevar la Cruz, sin ninguna insignia, y yendo en grupos separados. Así los alumnos de los colegios salesianos (**Es11.380**))
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