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((**Es11.254**) 4.° No dejar de buscarse alguna ocupación: -Yo desearía, decía don Bosco, se dieran algunas clases, con las que los más atrasados en latín pudieran progresar: pero lecciones sencillas, fáciles, sin largas explicaciones y solamente de repaso gramatical. Ejercitarlos en que lean bien. Parece mentira lo difícil que resulta leer en público con sentido y entonación; para algunos es muy dificultoso pronunciar las letras dobles, para otros la zeta. La o se pronuncia como si fuese una u. Hay también otra cosa que parece no tener ninguna importancia, la tiene y mucha, y es enseñar a escribir una carta bien redactada. Los hay que tienen talento, que progresan en los estudios, que ya son sacerdotes, médicos o abogados, y, si tienen que escribir una carta de cortesía, se encuentran apurados: se les escapan faltas de ortografía, de gramática, equivocan los títulos, no saben dónde se colocan la fecha y la firma. Para enseñar esto me parece m uy oportuno el tiempo de vacaciones, porque son estudios que requieren poco esfuerzo, y resultan enormemente útiles. También se podría dar alguna clase de francés a los que han adelantado mucho en los estudios a lo largo del año. -En cuanto a los que se encuentran flojos en latín, se requiere paciencia. Generalmente son los que querrían menos clases, o bien se creen que saben lo mismo que los otros y tienen a menos fijarse en ((**It11.296**)) aquellas reglas que ellos llaman pequeñeces; buscan cosas más elevadas, y acaban por no aprender lo uno ni lo otro. -El curso pasado ocurrió que se puso un maestro expresamente para éstos; de vez en cuando no podía dar sus clases, porque, ora por una excusa, ora por otra, se ausentaban, y el motivo principal era la poca voluntad. Sin embargo, me parece bien que se haga así, a fin de que, por nuestra parte, se procure proporcionar mayor instrucción a los que más la necesitan. 5.° Fijar un horario. Prácticas de piedad: a las seis, misa y meditación. A las diez, una hora de clase y después lectura espiritual. De las tres y media de la tarde hasta las cinco, estudio libre. A las cinco, visita al Santísimo Sacramento, pidiendo permiso para hacerla en Villa Arnaldi, donde tienen capilla con reservado. El resto del día quédese para recreo y haya todas las tardes paseo hasta las siete y media; apenas llegados a casa, cena. A las nueve, oraciones y descanso. No satisfecho todavía con estas providencias, quiso hablar sobre las vacaciones a todos los clérigos reunidos. Así que el 6 de julio por la tarde, puesto que habían terminado los exámenes finales, los reunió para una conferencia. El tema de las vacaciones le prestó ocasión para decir cosas que ayudasen a reavivar en los clérigos su amor a la Congregación y a prevenirlos contra los peligros del ocio estival. Se han terminado satisfactoriamente los exámenes de teología y filosofía. Comienzan las vacaciones. Sé que muchos de vosotros estáis cansados y necesitáis unas vacaciones, que he procurado se puedan pasar a satisfacción de todos. Hay algunos que tienen todavía trabajo y no pueden empezarlas enseguida, pero lo harán más tarde: otros, las comenzarán mañana. Lo que os encomiendo es que las vacacaciones sean de descanso; pero, al mismo tiempo, que estéis ocupados, no sea que, recrearais el cuerpo y perdierais el espíritu. Para ello se ha combinado un horario, lo mismo para los que se quedan aquí que para los que van a la Villa Monti, a fin de que haya mucho recreo y no falte ocupación. (**Es11.254**))
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