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((**Es11.218**) tendréis luego la alegría de recoger una buena cosecha a su debido tiempo. Pero quien quiera ahorrarse la fatiga de la siembra, cuando llegue el tiempo de la recolección, se morirá de hambre. Y reparad bien en el texto del Espíritu Santo: Quae seminaverit homo, haec et metet. La cosecha es de la misma naturaleza que la siembra. Si se siembra trigo, se recoge trigo; si maíz, maíz; si se siembra centeno, se recoge centeno; si avena, avena; si comino o cizaña, se recoge comino o cizaña. Si queréis que la cosecha sea buena y provechosa, sembrad cosas buenas y provechosas; pero recordad que, si bien cuesta trabajo sembrar, eso no es nada en comparación de la alegría que se experimenta con la cosecha. El agricultor es en esto un ejemplo admirable para nosotros. Todavía una cosa. Para que la simiente crezca y dé fruto, hay que sembrarla a su tiempo; el trigo en otoño y el maíz en primavera y así lo demás. Si no se siembra a su tiempo, se malogra la cosecha. Ahora bien, >>cuál es la estación en la que se debe sembrar para el hombre? Que lo diga fulano. (Y llamó por su nombre a un muchacho que era el más díscolo de la casa). -La primavera de la vida, esto es, la juventud. ->>Y el que no siembra durante la juventud? -No recogerá en la vejez. ->>Y qué es lo que hay que sembrar? -Buenas obras. ((**It11.252**)) ->>Y el que siembre cizaña? -Recogerá espinas en la vejez. -Bien, muy bien; ten presente lo que has dicho y ténganlo todos bien presente, porque lo necesitas tú y lo necesitan todos. La Sagrada Escritura, siempre sobre este mismo versículo, dice aún más. El que siembra vientos, recogerá tempestades. El viento es símbolo de las pasiones; quien se deja dominar desde niño por las pequeñas pasiones, éstas son como simiente, que de no extirparse se hace grande, y se convierte, os lo aseguro, en verdadera tempestad en vuestro corazón. No dejéis, por amor de Dios, que ninguna pasión eche raíces en vuestro corazón; porque en la vejez estaréis en continua borrasca. Tenedlo presente: las pasiones que dominan a los hombres y les hacen cometer acciones depravadas y vergonzosas, no siempre fueron tan grandes y violentas. Hubo un tiempo en que eran pequeñas; pero crecieron poco a poco. Cuando un muchacho tiene sus pasioncillas y no procura vencerlas de algún modo sino que dice: -íBah, son cosas de poca importancia!-, yo tiemblo y me digo: -Es verdad, ahora no son grandes todavía; son como una hierba que apenas apunta; pero dejadla en su sitio y crecerá: el leoncillo inofensivo se convierte en furioso león, el osezno, que casi diríamos es gracioso, se convierte en oso terrible y el pequeño tigre que casi nos da ganas de acariciarlo, se convierte en el más feroz de los animales. Lo que os he dicho se aplica a todas las pasiones; pero lo que más recomiendo es desarraigar del corazón todo lo que va contra la bella virtud de la modestia. Aunque fuere una nonada, nunca es demasiado el cuidado que se tiene para custodiar esta hermosa virtud; y el vicio contrario es una simiente tan perniciosa que íay si se la deja brotar! Sea siempre san Luis vuestro ejemplo y vuestro modelo. No dejéis nunca que un pensamiento malo se apodere de vosotros; en fin, discreción en las miradas, en el trato, en las palabras, en todo. Recomiendo sobre todo que se examinen bien los que deben decidirse sobre su vocación. Es el momento más importante de la vida. Nadie se decida inconsideradamente; (**Es11.218**))
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