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((**Es11.199**) corazón, para poder adornarlo de virtudes y presentarlo así a san Juan que lo ofrecerá al Señor. Os lo he dicho ya otras veces, he consagrado toda mi vida a vosotros; y lo que digo de mí, lo digo también de todos vuestros superiores, que me ayudan a salvar vuestras almas; queda también entendido que lo que decís de mí (que yo hago, que yo trabajo, que yo me sacrifico) entendéis decirlo no de mí en particular, sino de todos los que conmigo se afanan por vuestro bien. Y, entre tanto, os aseguro que siempre he hecho por vosotros cuanto he podido; no puedo prometeros hacer más todavía; pero sí os prometo que seguiré trabajando por la juventud mientras quiera el Señor conservarme la vida. ((**It11.229**)) El 24 amaneció sereno. Hubo comunión general; los muchachos salían de la iglesia llenos de alegría. Don Bosco, que había estado confesando toda la mañana, celebró la misa hacia las diez. Cuando se dirigía al refectorio para tomar un tentempié y volvía la comunidad a entrar en la iglesia para la misa solemne, llegó la banda musical de los externos, seguida de muchos hombres, con los cuales venían también los antiguos alumnos, trayendo sus regalos. La banda se componía de antiguos alumnos. El mismo don Bosco les había animado a que se agruparan y formaran un conjunto musical para dar a Turín una banda cristiana. También había compilado un reglamento para ellos: no admitir en la sociedad más que a los antiguos alumnos del Oratorio, pero manteniendo alejados a los expulsados; frecuentar los sacramentos; no ir a tocar a teatros; prestarse gustosos para las funciones sagradas; ayudarse mutuamente. La idea de don Bosco se convirtió en pocos meses en un hecho real: treinta mozos de los mejor dotados, salidos del Oratorio, formaron una sociedad musical. La llamada para hacer esta filial demostración había salido naturalmente de Gastini. Con la modesta participación de todos, se adquirió y ofreció en su nombre una custodia con aureola de rayos, de casi un metro de altura. Hubo poesías y discursos y no faltaron las bromas de Gastini. Don Bosco, después de darles cordialmente las gracias, los invitó a comer. Llegáronle también otros regalos; pero lo que más le satisfizo fueron las cartas rebosando ternura, agradecimiento y generosos sentimientos. Las funciones sagradas resultaron solemnes y devotas. Al atardecer, dio don Bosco la bendición con el Santísimo Sacramento; aquel acto llenó a todos de alegría, puesto que solamente la daba dos veces al año; lo mismo que nunca cantaba la misa, salvo la de Nochebuena. Las vísperas solemnes no las presidió desde 1850 en adelante. A la puesta del sol el cielo cubierto de nubes se deshizo en lluvia. (**Es11.199**))
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