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((**Es11.197**) De toda esta organización de las compañías se derivaban dos bienes de suma importancia, sin que se dieran cuenta de ello los mismos inscritos. Uno era el establecer una íntima relación con los superiores. Y como además se mantenía la costumbre de que, con la edad, se pasaba de una Compañía inferior a otra de grado más elevado, sin dejar de pertenecer a la anterior, se obtenía así un segundo efecto: el progreso de muchos en la virtud. Por este camino condujo don Bosco hasta los umbrales de la Congregación a los alumnos que ofrecían mejores esperanzas, los cuales, al entrar en el noviciado, no caían de golpe en un mundo nuevo, sino que llegaban predispuestos y preparados con el aprendizaje de las Compañías, que en su constitución reflejaban las reglas y el espíritu de la Pía Sociedad, de forma que no les causaba sorpresa que les propusieran escalar a una perfección mayor. 5. La fiesta del Padre El día onomástico de don Bosco era un suceso de capital importancia en la vida del Oratorio: una fiesta preparada desde lejos, ansiosamente esperada, portadora de alegría y de preciosos frutos. Triunfaba en ella la demostración del amor filial. A partir del 7 de junio estuvo don Bosco visitando los colegios de Sampierdarena, Varazze y Alassio. El 21 por la noche anunció don Miguel Rúa ((**It11.227**)) que volvía al día siguiente y recordó el simbólico ramo de flores, que era costumbre ofrecerle la víspera, para aprovechar la ocasión de recordar a todos, que una comunión general en la mañana de la fiesta sería el mejor ramillete que se podría ofrecer al homenajeado. Llegó el buen Padre precisamente cuando los muchachos iban en fila hacia el comedor. Verlo aparecer por la portería y echarse a todo correr hacía él, gritando: <<íViva don Bosco!>> fue una misma cosa. Después de las oraciones subió a la tribuna de las <> y habló así: Aquí me tenéis de nuevo con vosotros, mis queridos hijos. Me fui sin pediros permiso ni despedirme. Pero otra vez no me iré sin decíroslo. Durante estos días he visitado los colegios de Alassio, Varazze, Sampierdarena y Borgo San Martino. Todo lo he encontrado bien; una enorme cantidad de muchachos, más o menos de vuestra misma edad, tienen vuestras mismas costumbres y son buenos como vosotros. Todos querían saber noticias vuestras y yo se las daba, siempre muy buenas. En esto, según mi costumbre, no sólo decía las cosas como realmente son, sino que además decía cómo me gustaría a mí que fuesen. Ellos se quedaron contentos y se esfuerzan por imiraros. Pero en este momento me preocupa un pensamiento. He de deciros que, si bien (**Es11.197**))
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