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((**Es11.194**) raros los alumnos nuevos que lleven la nota: <>. Pero al pie de cuotas, que van desde un mínimo de cinco liras mensuales, hasta el máximo de veinticuatro, leemos casi siempre: <>. Este <>, durante el segundo trimestre, está en proporción directa con la posibilidad de los padres o bienhechores; y en consecuencia resulta <> para algunos, o <> para otros, o una reducción más o menos notable. Pues bien, este sistema producía efectos maravillosos. Los recién llegados, con la esperanza del beneficio, procuraban cumplir su deber; sus padres o protectores, que frecuentemente se quitaban el pan de la boca para reunir la cuota mensual, apremiaban al muchacho, para que ((**It11.223**)) su comportamiento mereciera la gracia. Mientras tanto, durante aquellos tres meses de esfuerzos y de regularidad, los nuevos se acostumbraban al orden, al estudio y a la piedad, que constituía en lo sucesivo su propia salvación. La bondad de don Bosco resultaba además de una gran protección para los muchachos. En cualquier parte de la casa donde se encontrase, su cariño de padre siempre le dictaba una palabra afectuosa, que producía tranquilidad en el ambiente y deseo de tenerlo contento. Veamos algunos ejemplos de estos encuentros, señalados en las memorias correspondientes a este año. Un día, al salir de casa, se volvió al portero y le dijo: -He leído tu carta y la tendré muy en cuenta. Ten la seguridad de que don Bosco piensa mucho en ti y, cuando sabe qué es lo que mejor te va, lo hace con gusto por ti. Otro día, volviendo de la calle, pasó junto al joven Deppert, que en aquel momento llegaba a la portería, y le dijo, poniéndole la mano sobre la cabeza: -Quiero que dejes pronto esta ropa y vistas la sotana. Tú has puesto confianza en don Bosco y don Bosco no te dejará nunca en el camino. El piensa mucho en ti y busca la manera de hacerte feliz en este mundo y en el otro. Deppert llegó, en efecto, a ser un digno sacerdote salesiano. El clérigo Trivero había presentado su solicitud para ir a las misiones; y un día le dijo en tono festivo: -íHe aquí a nuestro campeón! Quiero hacer de él un pequeño san Francisco Javier. Te tengo muy en cuenta y cuento mucho contigo. Siempre seremos amigos, >>verdad? Déjame hacer. Con tal de que tú me ayudes... y después... después... ya verás. El clérigo murió santamente en San Benigno el 1879. Atravesaba don Bosco el patio. Un grupo de muchachos, que mordiscaban (**Es11.194**))
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