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((**Es10.881**) las autoridades civiles y escolásticas. Pero Dios bendecía su obra, y en 1852 ya se había logrado formar un grupo de algunos jovencitos que se prestaban en público y en privado a muchas obras de caridad, por lo que eran queridos por toda clase de personas. En el año 1852, el Arzobispo de Turín, que deseaba se conservase el espíritu de esta nueva institución, la aprobó y constituyó jefe al sacerdote Juan Bosco, confiriéndole todas las facultades necesarias y oportunas para aquel fin. Aunque, inobservados en medio del mundo, se instituían oratorios festivos en diversos barrios de la ciudad; se abrían escuelas, asilos de caridad y se enviaban cada año algunos clérigos a los seminarios de las diversas diócesis, mientras algunos, que tenían vocación para ello, se quedaban para aumentar el número de la naciente Congregación. En el año 1858 ya había unos cuantos sacerdotes, clérigos y algunos seglares que hacían vida común y observaban de una manera general las reglas de la Sociedad Salesiana. II Pensamiento del Padre Santo sobre esta Pía Sociedad Entonces, en 1858, el arzobispo Fransoni, siempre de feliz memoria, me aconsejó que buscara una solución estable para el porvenir de tantos muchachos comó tenía ya albergados o que asistían a los oratorios festivos. Me entregó una carta autógrafa y me envió al Supremo Jerarca de la Iglesia, el gran Pío IX. Este incomparable Pontífice me recibió muy amablemente; quiso que le expusiera minuciosamente los principios de esta Institución y lo que me había movido a comenzarla, qué se hacía y cómo se hacía. Después añadió: -Amigo mío, habéis puesto en movimiento muchas cosas; pero vos sois un hombre, y si Dios os llamara adonde todo hombre debe ir >>qué sería de todas vuestras empresas? -Beatísimo Padre, respondí; éste es el fin de mi venida a Vuestros Pies, éste es el asunto de la carta de mi Arzobispo: suplicar a Vuestra Santidad tenga a bien darme las bases de una Institución compatible con los tiempos y lugares en que vivimos. -La empresa no es tan fácil. Se trata de vivir en el mundo ((**It10.951**)) sin ser conocidos por el mundo. Pero, si el querer de Dios está en esta obra, El nos iluminará. Id y orad; volved dentro de unos días y os diré mi pensamiento. Después de una semana, volví al Padre Santo. Apenas me vio, comenzó a hablarme así: -Vuestro proyecto puede proporcionar mucho bien a la juventud pobre. Una Asociación, una Sociedad o Congregación religiosa parece necesaria en estos tiempos luctuosos. Debe fundarse sobre estas bases: una Sociedad de votos simples, porque sin ellos no existirían los oportunos vínculos entre los socios y entre superiores e inferiores. Que el modo de vestir, las prácticas de piedad no llamen la atención del mundo. Las reglas sean suaves y de fácil observancia. Estúdiese la manera para que cada miembro sea un religioso ante la Iglesia y sea un libre ciudadano en la sociedad civil. Tal vez será mejor llamarla Sociedad y no Congregación; porque con este nombre llamaría menos la atención. Procurad ajustar vuestras reglas a estos principios y, una vez terminado el trabajo, entregádselo al cardenal Gaudi; él me hablará de ello a su tiempo. (**Es10.881**))
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