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((**Es10.864**) que florecen la disciplina y los estudios, son una prueba luminosísima de ello. Muchas diócesis, y particularmente la mía, obtuvieron de los Colegios de don Bosco estupendos sacerdotes. No era necesario este testimonio nuestro, pues las obras de don Bosco hablan por sí mismas; pero Nos resulta muy grato dar este testimonio de la admiración y gratitud que profesamos a un Sacerdote, que hemos apreciado constantemente y en quien, desde el comienzo de sus santas empresas, hemos admirado a un hombre suscitado por el Señor para gloria del Sacerdocio Católico y el bien de la humanidad. N.° X Informe del Obispo de Albenga Anacleto Pedro Siboni, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Obispo de Albenga. Ya cuando ejercíamos el cargo de Vicario General primero, y el de Capitular después, en esta diócesis de Albenga, opinábamos que sería un beneficio especial de Dios misericordioso, si al Rvmo. don Juan Bosco ((**It10.931**)) de la archidiócesis de Turín, fundador de la Congregación Salesiana, se le presentase la ocasión de convertir en casa filial de dicha Congregación, el llamado <> de Alassio. Convencidos, por las relaciones anteriormente tenidas con piadosos varones, y los testimonios de muchos obispos, no dudábamos que los muchachos de aquella populosa ciudad llenarían su espíritu de piedad y de saber por medio de los clérigos y sacerdotes pertenecientes a dicha Congregación, y producirían después los abundantes frutos de la pía fundación en aquella porción de esta grey. Por ello dábamos a la Santa Sede las cartas comendaticias en favor del establecimiento de esta casa filial en nuestra diócesis. Estas fueron benignamente recibidas, por lo que nos felicitábamos, sobre todo cuando, por la benignidad apostólica, fuimos gravados con el peso del episcopado en esta misma diócesis. Empezábamos a sentir que los directores y maestros de dicha comunidad moradores en Alassio, nos reportarían mucho auxilio para defender al pueblo que se nos había encomendado contra el espíritu del error y la impiedad que dejaba caer su virus pestífero por todas partes sobre la juventud. En consecuencia, queríamos abrir paso y preparar el ambiente para recibir a esta Sociedad en la ciudad de esta diócesis, dejando, no obstante, sin efecto, toda oposición procedente de diversas causas: sobre todo, por cuanto sus socios, al no cesar en el trabajo, no pueden satisfacer todas las necesidades del pueblo cristiano que aparecen por cualquier parte. Por consiguiente, ardientemente anhelamos que dicha Congregación, tan benemérita en la viña del Señor, adquiera mayores fuerzas, crezca y extienda sus ramas en nuestra diócesis, y para que obtenga a este fin la aprobación definitiva de la Santa Sede Apostólica y los favores oportunos para su conservación, dilatación y perfección, humildemente la recomendamos a Su Santidad, por cuanto podemos en el Señor y está en nosotros. En Albenga y en la Curia Episcopal, a 22 de febrero de 1873. >> ANACLETO PEDRO, Obispo (**Es10.864**))
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