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((**Es10.789**) del de Turín? Es un misterio el decreto del señor Arzobispo. >>Qué tengo yo que ver con él? Yo no dependería de su jurisdicción... Pida al Señor que me resigne a todo. Le saluda con todo respeto y se profesa suyo, Prosto de Chiavenna, 4-12-1874. Atento y s. s. LUIS GUANELLA, Pbro. El 24 de diciembre, víspera de Navidad, daba monseñor Gastaldi un nuevo paso... comunicando a don Bosco un decreto, por él firmado el 17 de diciembre de 1874, en el que se le quitaban ((**It10.867**)) todas las facultades, favores y privilegios concedidos por sus predecesores y por él mismo, a la Obra Salesiana. Es evidente que este proceder, cada vez más autoritario, constituía un grave obstáculo para el incremento de la Pía Sociedad, que necesitaba almas generosas con las que realizar su apostolado. Antes de acabarse el año se vio obligado don Bosco a presentar al Padre Santo una nueva exposición de las dificultades que le parecían impedir la mayor gloria de Dios. Beatísimo Padre: El 3 de abril del año que termina dignóse Vuestra Santidad aprobar definitivamente la Pía Sociedad Salesiana. Con este acto de soberana clemencia daba a conocer que toda la Congregación Salesiana y todos los miembros de la misma estaban bajo la alta protección y tutela de la Santa Sede. Poco después se inculcaba al Superior de la misma promover la exacta observancia de las Constituciones, respetar la autoridad de los Ordinarios, y prestarnos, en los tristes tiempos que vivimos y en la general penuria de sacerdotes, a ayudarlos con todas las fuerzas. Los Obispos, con quienes se tuvieron relaciones, se manifestaron constantemente nuestros protectores y los Salesianos, por su parte, se volcaron, con un solo corazón y una sola alma, para ayudarlos en el ministerio de la predicación, en la catequesis y para confesar a los fieles, celebrar la santa misa, dar clase y otros menesteres. Solamente con S. E. el Arzobispo de Turín hubo dificultades, que parecen impedir la mayor gloria de Dios: 1.° Quisiera obligar a nuestros Ordenandos no sólo al examen de las ciencias teológicas, al que siempre se condescendió de buen grado, sino también al de su vocación al estado religioso. Se le contentó, pero pretendió después que se declarase por escrito que no se aceptaría en nuestra Sociedad a ninguno de los que saliesen del Seminario diocesano, lo cual parece directamente contrario a las prescripciones pontificias. Y se condescendió, pero poniendo la cláusula: salvos los sagrados cánones, encaminados a tutelar las vocaciones religiosas. Siguió, no obstante, quejándose (**Es10.789**))
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