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((**Es10.765**) en la circular, y así me entero de ello. Hago advertir a dicho Rector que estoy satisfecho y doy con gusto plena licencia para los ejercicios, pero que, para otra vez, me avise antes y me diga los nombres de los predicadores. Y él, a los pocos días, me escribe, por medio de otro, que los ejercicios anunciados ya no se harán. >>Por qué dejar de hacer una obra buena como consecuencia de aquella advertencia? >>No era mi estricto deber amonestarle? >>Podría hacerlo yo con más caridad? >>Acaso la autoridad que tengo no es un depósito que debo conservar íntegro? Entre tanto, >>cómo consiguió avisar a los profesores y maestros que ya no se daban los ejercicios? ((**It10.840**)) Tiene que haber escrito otra circular; si V. S. tiene una copia, ruégole me la mande; es más, le suplico me envíe todo lo impreso concerniente a esos dichosos ejercicios. El mismo Rector, al darme la noticia de que ya no se darían éstos, también debería haberme advertido que se iban a dar dos tandas, pero sólo para los suyos y no para otros, y no haberme escrito una larga carta repleta de palabras irreverentes: tanto que me fue difícil comprender cómo un eclesiástico, que se prepara para predicar ejercicios espirituales a sus hijos, comenzara faltando al respeto que debe a su Arzobispo. V. S., como Vicario Foráneo, podría hablarle en mi nombre y advertirle que ésta no es la manera de atraer para sí y para su Congregación las bendiciones de Dios. Lea las terribles maldiciones que el Obispo consagrante en el acto de la consagración invoca de lo alto sobre quien se atreve a faltar al respeto del Obispo consagrado. He conocido una familia religiosa que ofendió a monseñor Fransoni. Desde aquél día aquella familia se agostó y se dispersó. Yo deseo a dicho Eclesiástico todo bien y que prospere, pero es mi deber el exigir que, mientras promueve el bien por un lado, no estorbe por el otro mi administración. En esta materia es el Arzobispo el juez inmediato y no ese Eclesiástico; si él se considera ofendido, recurra al Papa, pero no juzgue por su cuenta. De V. S. Ilma. y muy Rvda. Afmo. en Jesucristo >> LORENZO, Arzobispo Por aquellos días don Bosco estaba todavía en Lanzo con los ejercicios, que se celebraron del 14 al 19 y del 21 al 26 de septiembre. El teólogo Albert, que predicaba con él las dos tandas, enviaba al Arzobispo estas claras y llanas declaraciones: Excelencia Rvma..: Lanzo, 22 de septiembre de 1874 La presente es para notificar a V. E. que el Rvdo. don Bosco me pidió que tomara también parte en la segunda tanda de sus ejercicios, predicando de nuevo con él, y con el mismo plan que me había señalado para la primera. No creí fuera intención de V. E. Rvma. que yo rechazase esta segunda invitación, ya que, debo decir la verdad, el antedicho Rector mostró gran deseo de que yo me interesara por volver a ponerlo en armonía con V. E. y desea darle la satisfacción que puede ser de su mayor agrado. (**Es10.765**))
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