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((**Es10.749**) ((**It10.822**)) Si el Arzobispo de Turín, que, con otros Obispos, nunca tuvo dificultad respecto a esto, quiere ver el original del Decreto, déselo a ver sencillamente pero no lo deje en manos de otros. En cuanto a las constituciones, si quiere un ejemplar de las mismas, proporcióneselo, tan pronto como estén impresas. Y si quiere que este ejemplar sea auténtico, envíese a la Congregción de Obispos y Regulares, donde, una vez cotejado con el verdadero original, que aquí se conserva, se autenticará y le será enviado. Le encomiendo encarecidamente que nos ayudemos para disminuir sinsabores, pues ya tenemos bastantes los dos por otra parte, sin necesidad de añadir otros nuevos. Le ruego con el mayor respeto dé una sola palabra de respuesta al mismo don Miguel Rúa y convénzase de que siempre he procurado buscar el bien de V. E., mientras tengo el honor de profesarme, De V. E. Rvma. Turín, 3 de mayo, 1874. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. P. D.-De buena gana hubiera ido a verle personalmente, pero unos compromisos me reclaman en Génova. Fue don Miguel Rúa al Arzobispado con la carta y volvió a ir otras dos veces, siempre pidiendo audiencia, mas sin obtenerla nunca. Las ordenaciones quedaron suspendidas. Don Bosco se lo comunicó a monseñor Vitelleschi, según resulta del siguiente borrador: Excelencia Reverendísima: El temor de que continuarían las dificultades con nuestro Arzobispo, especialmente para las ordenaciones de los clérigos, desgraciadamente es una realidad. Digo con el Arzobispo de Turín, pues con los otros cuarenta y cuatro obispos, con quienes sostenemos relaciones, no recibimos más que benevolencia y apoyo. Para que V. E. pueda hacerse cabal concepto de las cosas creo oportuno advertir que, mientras monseñor Gastaldi fue canónigo, antes y después de salir de los Rosminianos, se manifestó celoso colaborador de nuestros oratorios masculinos. Obispo de Saluzzo, más tarde, nos protegió con todo celo. Nombrado Arzobispo de Turín, siguió mostrándose por algún tiempo bastante complaciente y, al igual de los demás Ordinarios, admitió varias veces a nuestros clérigos a las ordenaciones. Pero, diez meses después, cambió de aspecto. Paso por alto muchos hechos, que se refieren a otra materia: aquí hablo solamente de las ordenaciones. Comenzó por decir que no quería admitir a ninguno de nuestros clérigos a las órdenes, si antes no se sometían a los exámenes de teología ante una comisión nombrada por él. Esta es una novedad en nuestra tierra, pues los Obispos suelen remitir a los ordenandos regulares al examen de los respectivos superiores. ((**It10.823**)) A pesar de ello me sometí enseguida y envié mis clérigos a los exámenes (**Es10.749**))
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