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((**Es10.689**) clérigos. Algunos hechos muy deplorables demuestran hasta la evidencia mi afirmación. Siete clérigos, salidos de la escuela de don Bosco, fueron admitidos como maestros o asistentes en la casa de sordomudos de esta Ciudad; de ninguno de ellos quedó satisfecha la administración, presidida por un personaje seglar, distinguido por su piedad, su adhesión a la Religión, su reverencia al Clero, y lamentó en ellos la falta de humildad y de sumisión. La misma queja se tiene, en otros institutos y en algunos Seminarios, de clérigos, que hicieron sus estudios literarios, filosóficos o teológicos, en la mencionada Congregación de San Francisco de Sales. Cuando yo estaba en Saluzzo, dejé que un clérigo de mi diócesis cursara todos los estudios clericales en esta Congregación, me fié de los certificados de moralidad y vocación, que don Bosco me dio. Pero, un mes después de ser ordenado sacerdote, este individuo se descubrió y fue reconocido como acostumbrado a la bebida; y, por desgracia, sigue siéndolo actualmente y no se sabe en qué oficio emplearlo, pues, además de intemperante, es también ignorante y grosero. Otro eclesiástico me tiene ahora preocupado: ((**It10.758**)) desde 1862 a 1867 hizo su carrera clerical en la Congregación de San Francisco de Sales, en la que permaneció como pensionista. La Curia Arzobispal de Turín en 1868, confiando en los certificados de moralidad, dados por los Superiores de dicha Congregación, lo promovió al Presbiterado. Dos años después fue enviado, con el cargo de Vicepárroco, a una parroquia de esta diócesis, y el desgraciado mantuvo una conducta tan inmoral que hay treinta y nueve declaraciones contra él de asuntos vergonzosos, y el desdichado, temiendo ser demandado por la autoridad civil, huyó al extranjero. Pero como se trata de delitos, en los cuales existe la extradición, no sería imposible que la Autoridad Civil viniese en conocimiento del lugar de su refugio y lo hiciese conducir a Turín; en cuyo caso tendría yo un escándalo, cuya extensión y enormidad, con daño para el Clero y la Religión, no puedo medir. Quien podría dar noticias acerca del Noviciado que se hace en esa Congregación, sería el padre Oreglia di S. Stefano, de la Compañía de Jesús, que estuvo muchos años en la Congregación y estaba en el Colegio Romano el año pasado. Por consiguiente, ruego encarecidamente a V. E. Rvma., y por ella a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, que se haga obligatorio dicho Noviciado en toda regla para la Congregación de San Francisco de Sales, y paréceme que, teniendo en cuenta las delicadísimas circunstancias, en que se encuentran la Archidiócesis de Turín y todas las diócesis Subalpinas, diese la Santa Sede al Arzobispo de Turín y a los otros obispos, en cuyas diócesis hubiere miembros de dicha Congregación para promover a las sagradas órdenes, la facultad de intervenir en esta promoción de modo que ninguno de dichos miembros pudiese ser promovido a ellas sin el consentimiento positivo y explícito del Obispo Diocesano, mientras que ahora, sin mi conocimiento, se halla manera de hacer ordenar en otra parte. Ni me parece que estaría fuera de lugar que se diese al Arzobispo y a los otros Obispos la facultad de examinar a dichos miembros antes de admitirlos a los votos perpetuos. Por lo demás, satisfecha mi deuda de conciencia, estoy siempre dispuesto a venerar todo juicio que la Sagrada Congregación emita. Inclinándome al beso de la sagrada púrpura me profeso con la más profunda reverencia de V. E. Rvma. Humilde y seguro servidor >> LORENZO, Arzobispo de Turín. (**Es10.689**))
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