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((**Es10.678**) Particular, en la que probablemente tomarían parte el cardenal Vicario, el cardenal Berardi y uno de los doce Cardenales creados en el Consistorio del día 22 de diciembre de 1873, tal vez el cardenal Tarquini S. J., o el cardenal Oreglia di S. Stefano. Y él, sin dilación, fue a visitar al cardenal Oreglia, hermano del caballero Federico, que durante algunos años había formado parte de nuestra Sociedad; y dos días después iba al palacio Altemps, junto a la plaza Navona, para hablar también con el cardenal Mónaco Lavalletta. Este, de carácter serio y digno, y al mismo tiempo humilde y caritativo, le recibió afectuosamente y le entretuvo en amable coloquio durante casi hora y media; y, junto con otros favores, le concedió gratuitamente dos Breves para el Oratorio privado, en favor de las señoras Vicino y Ghiglini; de suerte que, al regresar a casa, don Bosco no pudo contener el gozo que le llenaba el corazón, y dijo a don Joaquín Berto: -íEs realmente preciso hacer visitas! A veces un saludo, un obsequio, bastan para ganar a una persona. íAsí pasó con el cardenal Mónaco, que era el menos favorable a nuestra causa! El día 14 el agente de expediciones apostólicas, Esteban Colonna, le invitó a comer junto con varios prelados, entre los cuales estaba el nuevo cardenal Alejandro Franchi. Durante el banquete habló muy poco; pero, hacia el final, invitado a contar alguna cosa del Oratorio y de las dificultades que hubo de superar, comenzó a exponer cómo había sufrido doce inspecciones, e hizo la descripción con tanta gracia y desenvoltura, que se ganó las simpatías de todos, de suerte que, terminada la comida, ((**It10.746**)) el cardenal Franchi lo tomó aparte y lo entretuvo en coloquio confidencial cerca de hora y media, hasta que llegó otro purpurado, el cardenal Martinelli, el cual, antes de despedirse, lo saludó también de la manera más cordial. El día 16 se animó y fue a visitar al Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares; y también al cardenal Bizzarri, el cual, aunque era de carácter severo y algo escrupuloso, le recibió tan bondadosamente y le aconsejó en tantas cosas, que consideró que había ganado también su apoyo. El 23 fue a saludar al cardenal Camilo Tarquini, de la Compañía de Jesús, para quien tenía también un recado del padre Segundo Franco, y le encontró totalmente a su favor. Pero el nuevo purpurado, que probablemente, se decía, formaría parte de la Congregación Particular, pocos días después cayó enfermo y murió en la mañana del 15 de febrero. (**Es10.678**))
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