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((**Es10.670**) ni el consentimiento, ni el no disentimiento del Arzobispo, como escribía el párroco a don Bosco: Muy Rvdo. Señor mío: Vengo del despacho del señor Arzobispo a quien acudí para pedir el no disentimiento, que V. S. Rvma. me pidió para el pobre clérigo Depretis. Me dijo Monseñor que a él no le importaba que fuese o dejase de ir, pero que no da ningún consentimiento, ni tampoco ningún disentimiento, porque no le considera apto para el estado eclesiástico y no cree que deba conferir el carácter sacerdotal a un joven, que no puede llevarlo con suficiente decoro por carecer de la necesaria capacidad. Yo le he exhortado a dejar la sotana; pero él prefiere ir a vivir en la casa de V. S. Rvma. y examinar todavía su vocación y seguir adelante si V. S. Rvma. lo juzga oportuno, o bien emplearse en la casa según su capacidad y el parecer de V. S. ((**It10.737**)) Como feligrés mío se lo recomiendo encarecidamente a V. S. para que lo emplee como mejor le parezca en uno de los muchos oficios que tiene en la casa. Creo que su padre está dispuesto a pagar las treinta liras mensuales y proporcionarle los libros y ropa. Si lo acepta, hágamelo saber y yo hablaré con él. Acepte los sentimientos de mi gratitud por todo el bien que hace a mis feligreses y recomendándome a sus oraciones me confirmo ex corde, De V. S. Rvma. 13 de septiembre de 1873. Su seguro servidor I. M. VIGO, Cura Párroco En cambio, el clérigo Angel Rocca consiguió incribirse en la Pía Sociedad, hizo los votos perpetuos, en 1876 se ordenó sacerdote y al año siguiente fue enviado a dirigir la nueva casa de La Spezia. Para no encontrar tantas dificultades era necesario salir de apuros, mediante la aprobación definitiva de las Constituciones; y don Bosco preparaba el nuevo ejemplar, que presentaría a la Sagrada Congregación, resuelto a ir a Roma antes de fin de año. Mientras tanto, para obtener más abundantes bendiciones del cielo sobre la Pía Sociedad, a primeros del nuevo año escolar, el 15 de noviembre de 1873, enviaba a las Casas una circular Sobre la disciplina, en la que, después de inculcar la observancia de las Reglas generales de la Congregación y las particulares del propio oficio, trazaba él mismo el programa del director, del prefecto, del catequista, de los maestros y asistentes, y recomendaba encarecidamente a todos <>1. 1 Véase, capítulo VIII. Maestro y Padre: & 3: Cartas Circulares, n.° 3. (**Es10.670**))
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