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((**Es10.650**) en atención al bien inmediato que de ella procedía, esperando que la Providencia aportaría los necesarios remedios. Pero ahora, que esta Congregación forma parte de mi Diócesis y siento el deber que me incumbe de examinar las cosas tal como son y me doy cuenta de que la obra, por muy desarrollada que parezca, está lejos de tener la solidez que sería de desear, juzgo que es mi estricto deber exponer las cosas a esta Sagrada Congregación, como al instrumento del que Dios se servirá ciertamente para ordenar en dicha obra cuanto fuere preciso ordenar para hacerla sólida y duradera. Inclinándome al beso de la sagrada Púrpura, con el máximo respeto me siento honrado por ser, De V. Eminencia Rvma. >> LORENZO Arzobispo de Turín. No hace falta refutar algunas afirmaciones de Monseñor, pues todo el que siga leyendo más adelante, reconocerá que son exageradas y no conformes con la verdad. Baste hacer mención de aquel diocesano suyo, ordenado sacerdote cuando Monseñor era Obispo de Saluzzo: este sujeto nunca perteneció a la Congregación Salesiana y fue ordenado por él mismo, contra el parecer de don Bosco, con título normal eclesiástico. Con respecto a la afirmación de la absoluta falta de Noviciado, hay que notar que prácticamente se hacía de la mejor manera posible para aquellos tiempos, en los comienzos de la Obra, encauzando a los que aspiraban a pertenecer a la Sociedad, para trabajar en favor de la juventud, viviendo en medio de los alumnos en el salón de estudio, en el dormitorio, en la iglesia, en el patio, en el paseo y tomando sobre sí toda clase de sacrificios; dando también clases diurnas y nocturnas; y atendiendo, al mismo tiempo, a los propios estudios. En aquellos tiempos no se podía actuar de otra manera, mientras que las prácticas de piedad puede decirse que eran continuas. Monseñor Ghilardi, Obispo de Mondoví, conocedor de la vida del Oratorio, cuando don Celestino Durando fue a hospedarse en su casa para hacer los ejercicios espirituales como preparación a las Ordenaciones, quiso llevarlo varias veces consigo de paseo: ->>Y los ejercicios?, observaba con respeto aquel buen ((**It10.716**)) Hermano. ->>Qué ejercicios?, contestábale Monseñor; vosotros los del Oratorio los hacéis cada día, desde el primero hasta el último del año. En breve, también en esto se mostraba don Bosco convencido de que es mejor hacer hoy el bien de la mejor manera posible, antes que dejarlo para el día siguiente con la esperanza de poder hacerlo mejor, pues lo óptimo, solía decir, es enemigo de lo bueno. (**Es10.650**))
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