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((**Es10.630**) Sancti Francisci Salesii et nonnulla decreta ad eamdem spectantia, publicada en 1868 y ya presentada a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares 1, con algunos retoques en la exposición del estado de la Pía Sociedad, según lo exigía por su incremento, y con estas declaraciones al final: Finalmente nuestro benigno Arzobispo de Turín, con el deseo de añadir una nueva prueba de benevolencia a las muchas y grandes anteriormente concedidas, encomió con amplísimas declaraciones la Sociedad Salesiana y enriqueció a la casa-madre y al templo anejo, dedicado a María Auxiliadora, con los derechos rroquiales, y al mismo tiempo confirmó y amplió los privilegios concedidos por sus antecesores con decreto del 25 de diciembre de 1872. Y ahora nuestro Arzobispo y todos los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Turín, junto con muchísimos otros, piden la aprobación definitiva de la Sociedad Salesiana 2. El Arzobispo leyó las pruebas, y las devolvió, diciendo abiertamente a don Bosco que estaba resuelto a mantener a la Pía Sociedad bajo la jurisdicción del Ordinario y que en este sentido había hecho ya la carta Comendaticia, cuya copia le enviaba. Don Bosco quedó sorprendido al ver que, después de los encomios más entusiastas, incluía cuatro condiciones, con las que daba normas taxativas a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. Pero no se acobardó. Y el Arzobispo, firme en su propósito, discurrió otro ardid. En la confianza de que convencería a otros Obispos a ponerse de su parte, envió a los del Piamonte y a los otros que tenían ((**It10.693**)) una casa salesiana en su diócesis, una carta privada, que en realidad podía considerarse como una circular, en la que repetía sustancialmente las condiciones a las que habrían debido atenerse para formular las cartas comendaticias, si se las pidieran, para la aprobación de las Constituciones de la Sociedad de San Francisco de Sales. Monseñor De Gaudenzi, Obispo de Vigévano, informó de ello a don Bosco, diciendo abiertamente que no compartía el parecer del Arzobispo. Don Bosco le rogó le enviara copia del mismo, al tiempo que escribía a monseñor Manacorda, que se encontraba en Roma. 1 Véase Memorias Biográficas, Volumen IX, pág. 338. 2 Véase Apéndice, n.° III. (**Es10.630**))
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