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((**Es10.507**) de <> lo que se decía de la parte que, en el asunto de las negociaciones, habían tenido los personajes del Vaticano, y hacía las observaciones más sucias de las gestiones llevadas a cabo por don Bosco. LA CONCILIACION.-No quieren convencerse todavía estos señores de que es algo imposible y de vez en cuando asoma a sus labios esta palabra, como en las columnas de los diarios moderados, que creen posible la coexistencia en Roma de dos pueblos, de dos Reyes, dos Cortes y dos diplomacias, una de las cuales soplará caliente y la otra fría. El corresponsal L. (el judío Leví) escribe desde Roma a la Nazione de Florencia del 9 de abril una carta a cuatro columnas apretadas para deplorar otro ensayo, así lo llama él, de conciliación inútilmente intentada por un buen cura piamontés. Apresurémonos enseguida a declarar que el Corresponsal ((**It10.554**)) cuenta enormes patrañas acerca de aquellas negociaciones tocante a la parte, que él quiere atribuir a los personajes del Vaticano. Es verdaderamente un espectáculo lastimoso el cúmulo de colosales mentiras que el Corresponsal de la Nazione envía como información. La Nazione es poco leída en Roma; pero los pocos que la leen se han reído solemnemente. Preferimos, por el contrario, creer que no esté tan mal informado el corresponsal judío en cuanto a la parte del Gobierno italiano. Tomamos, pues, por moneda de ley estos informes que, si no expresan exactamente el lenguaje empleado por los ministros que están ahora en el poder, son, sin embargo, indudablemente la expresión de las ideas y deseos del partido liberal moderado, al que pertenecen los ministros. Citamos, pues, de la carta de este corresponsal: <<...Don Bosco creyó llegado el momento de dirigirse al Gobierno del Rey y antuvo repetidas y largas entrevistas con Minghetti, Vigliani y Visconti Venosta. Los Ministros italianos guardaron la mayor reserva, rehusando, incluso, dar a sus propias conversaciones el valor o color de negociaciones. Dijeron que les dolía muchísimo el conflicto entre la Iglesia y el Estado; pero que el Estado no tenía que reprocharse a sí mismo agravio alguno contra la Iglesia; mientras que la Santa Sede no cesaba de combatir e insidiar a Italia dentro y fuera. En conclusión, el Gobierno del Rey se aferraba a tres puntos indicutibles: el poder temporal irremisiblemente perdido; la capital del Reino inamovible en Roma; y las libertades nacionales sagradas e inviolables. Si la Santa Sede encontraba la manera de adaptarse a esta triple necesidad, Italia no podía tener dificultad alguna en tratar un modus vivendi, que consistiría en retenerlo todo con la declaración de no devolver nada y sin conceder al despojado facultad alguna para hacer la más leve protesta>>. Citamos más, y se verá que no hemos exagerado en absoluto. Continúa diciendo el corresponsal: <<... Vigliani no ocultaba a don Bosco que la situación actual de los nuevos Obispos es dolorosa y precaria; pero, dispuesto a ceder en la forma hasta donde lo consintiese la ley, se negaba a traspasar una sola línea, no admitiendo ni la posibilidad de proponer una ley nueva y diferente. >>Don Bosco insistió vivamente en este punto; y habiendo tenido malas bazas con Minghetti y Vigliani, intentó la prueba con Visconti Venosta, pero el juego le (**Es10.507**))
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