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((**Es10.497**) que la Santa Sede, deseosa de remover todas estas dificultades, llegó a la conclusión de que los obispos presentarían al gobierno un certificado por el que la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares atestiguaba que la persona interesada está verdaderamente investida de la dignidad episcopal y destinada a ejercerla. De esta manera la Santa Sede accedía a los deseos del gobierno de comprobar la identidad de la persona a la que habría conferido la temporalidad y, al mismo tiempo, salvaba las Bulas, pues esta presentación hubiera introducido un nuevo y feroz derecho político-eclesiástico, arma poderosa en manos del Estado. >>Hemos aplaudido este recurso de la Santa Sede, y admirábamos, al mismo tiempo, su firmeza y su sabiduría. ((**It10.543**)) >>Pero el Gobierno lo rechazó; pretendió la presentación de las Bulas, y la Santa Sede dejó que se quedase con sus pretensiones: potius mori quam foedari (antes morir que mancharse). Don Bosco volvió a Turín. >>A pesar de todo, he aquí que en estos días por un lado y por otro se oyen noticias de Obispos que han recibido del Gobierno el exequátur. >>Cómo ha ocurrido esto? >>Ha renunciado el gobierno a aquellas pretensiones, que la Santa Sede nunca reconoció legítimas? >>Se ha conformado con el certificado propuesto por la Santa Sede? >>Nada de eso. Hemos referido aquí, tomado de la Unidad Católica, la estratagema empleada por el Arzobispo de Cágliari y no hemos osado hacer comentarios. Porque, ante todo, recordamos ser unos simples discípulos al lado de los Obispos; y, por otro lado, podemos considerar aquella estratagema con relación a la que empleó la Santa Sede para tutelar sus propios derechos, y vemos que no le bastó al Arzobispo de Cágliari la presentación de un simple certificado, ni tampoco el Gobierno se limitó a quitar los obstáculos, que impedían al Arzobispo el ejercicio de sus propios derechos, sino que solemnemente le expidió el exequátur. >>Vemos también que la exposición de las Bulas en un lugar público debe ir acompañada de una nueva expresión del deseo de ser reconocido como Arzobispo, dirigida al Procurador del Rey. No decimos hasta dónde estas notas son más o menos decorosas, más o menos conformes con la conducta de la Santa Sede y de los otros Obispos; pero, desde luego, no compartimos en todos los puntos los sentimientos expresados acerca de este asunto por la excelente Unidad Católica. >>Por último, no podemos pasar por alto una observación que no debe ser tomada en mal sentido; una mayor facilidad de llegar a esos (**Es10.497**))
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