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((**Es10.429**) de dicha ciudad, había ordenado que dijeran a don Bosco que le suspendería de todas las facultades eclesiásticas si no iba a verle enseguida. >>Fuimos, pues, los dos y quiso que al día siguiente comiéramos con él. Después nos acompañó por todas las dependencias de su palacio y del seminario, tratándonos con admirable bondad. >>Allí visité varias Basílicas, llenas todas ellas de mármoles preciosos y cuadros de autores clásicos, de suerte que me parecía entrar en verdaderos museos. Fuimos también a celebrar la misa en la iglesia de Santa Catalina de Bolonia, donde se conserva su cuerpo, todavía intacto, flexible, suave y se queda en cualquier posición que se le ponga, después de más de cuatrocientos años de su muerte. Este hecho es un milagro permanente, que confunde a los incrédulos>>. A las diez y media del día 22 siguió viaje hacia Florencia. Al llegar el tren a la cumbre de los Apeninos, donde se abría un horrible despeñadero, poco faltó para que don Bosco y sus compañeros de viaje no sufrieran una caída repentina. Por fortuna la mano del Señor estaba con don Bosco; de otro modo, a saber qué hubiera sucedido. Acababa de romperse y saltar un tornillo de la rueda mayor de la máquina. Enfrente, muy cerca, empezaba un largo y peligroso túnel, y a la derecha se abría un horrendo y profundo precipicio... Reanudóse la marcha y de nuevo, poco después, volvía a pararse el tren. íOtro peligro todavía mayor!... A la entrada del túnel había un raíl fuera de sitio. De no haberse parado el tren a tiempo ((**It10.467**)) y haber hecho las reparaciones necesarias, los viajeros hubieran quedado destrozados. El pánico se apoderó de todos. Muchos salieron de los vagones y don Bosco, sonriendo y casi bromeando con los que estaban a su lado, decía: -Aquí estamos dos sacerdotes, íen caso de accidente, nos damos la absolución nosotros, y después se la damos a los demás! En el entretanto se esparció la voz de que don Bosco estaba entre los viajeros y la noticia, como luego diremos, sirvió de alivio a muchos. Llegó a Florencia hacia las seis y media de la tarde. Le esperaban en la estación el secretario del Arzobispo y el coche de la marquesa Nervi, que le llevó a la calle de los Siervos n.° 11, donde fue recibido Bosco, en señal de agradecimiento y aprecio, el Autor>>. El título del poema era: Catoli Aloisii Morichini Aesinatium Episcopi: Petreidos Libri III, Ad Pium IX P.M.-Romae, typis Aerarii Pontificii MDCCCLXX. Y don Bosco, en 1872, hizo publicar la traducción hecha por el profesor Nicolás Chiazzari en octava real, por la tipografía del Oratorio. (**Es10.429**))
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