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((**Es10.37**) <((**It10.28**)) situación me aconsejó que escribiera a don Bosco a Turín, que le pidiera la bendición para mi mal y, al mismo tiempo, alguna oración por mí a María Auxiliadora. >>Qué ocurrió cuando hice esto? Pues sucedió que curé completamente y durante el resto del servicio militar no volví a padecer aquella incomodidad. Han pasado casi cincuenta años desde entonces y nunca más me ha molestado la garganta; excepto una sola vez cuando fui licenciado y, apenas llegado a casa, se presentó el mal aunque sin consecuencias, lo cual achaco al cambio de clima. Repito, pues, y confirmo que ya jamás he vuelto a padecer de la garganta, por lo que reconozco que mi curación se debió a la bendición de don Bosco>>. Así lo declaraba el interesado el 31 de agosto de 1920. Todos le tenían por un gran siervo de Dios, por un santo. Vivía en Mathi Torinese, el año 1872, una tal María Sopetti, que padecía vejaciones diabólicas. Informaron de ello al arzobispo monseñor Gastaldi, quien sugirió que la bendijera don Bosco. La pobrecita fue a Turín el 30 de noviembre y entraba en la antesala de don Bosco a eso de las nueve y media. Esperó hasta las diez media con la mirada torva y sin decir palabra. Llegado su turno, se levantó para entrar en la habitación y recibir la bendición. A cada paso que intentaba dar, veíasela como detenida por una mano invisible; hasta que con gran violencia empezó a gritar con aire furibundo y de protesta; meneaba la cabeza, contorsionaba todo su cuerpo, y repetía sin cesar: -íNo, no! Logróse por fin que entrara y, después de mil esfuerzos, se consiguió que se arrodillara. Don Joaquín Berto, queriendo saber si se(**Es10.37**))
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