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((**Es10.334**) Turín. 25-3-1872 Ilmo. Señor Conde: Vayan por delante mis disculpas por el retraso en contestar. Dígole que a su debido tiempo recibí su atentísima carta con los periódicos y la relación auténtica de la famosa discusión. La leímos en público y en privado y, mientras alabamos la verdad triunfante, nos sentimos vivamente indignados por la audacia con que los enemigos de la religión y de la sociedad osaron proponerla y defenderla con tantas mentiras. Le agradezco todo cordialmente. Usted añade la exquisita bondad de ofrecerse para lo que pueda sucedernos en Roma. Haré como usted dice, que dentro de poco me encontraré en el caso de tener que aprovechar su amable ofrecimiento. Bendígale Dios, señor Conde; bendiga sus trabajos y a toda su familia. Ruegue por mí, que con profunda gratitud me profeso, De V. S. Ilma. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Pues bien, sucedió que en el tren en que viajaba don Bosco, y precisamente en el trayecto de Savona a Albenga, un joven abogado, de aire ingenuo, comenzó a hablar acaloradamente sobre la discusión, defendiendo la posición de los protestantes. Don Bosco dejó que hablara un rato; después intervino cortésmente: -Señor, usted afirma que conoce bien la cuestión, y yo opino en contra: >>quiere usted, pues, oponerse, o prefiere que le exponga simplemente lo que es conforme a la verdad? Diga lo que más le guste. Púsose el abogado a hacer objeciones, y don Bosco se las fue rebatiendo, exponiendo claramente el hecho de la venida de ((**It10.363**)) San Pedro a Roma. Presentóle las pruebas de los historiadores de los primeros siglos del Cristianismo, de la constante tradición hasta nuestros días, y de los monumentos que la recuerdan en la Ciudad eterna, de suerte que el abogado se dio francamente por vencido y, al fin, le preguntó cortésmente cómo se llamaba. El respondió: -Soy el sacristán de la iglesia de María Auxiliadora en Turín. Al oír esta declaración, una señora que había seguido atentamente la conversación, comprendió al vuelo quién era, y exclamó: -íUsted es don Bosco! Hizo éste un ademán afirmativo, y ella siguió: -íYo he ido a ver su iglesia! Y el abogado, iluminado su rostro ante la satisfacción del encuentro, le dijo: -íYo he estudiado su Historia de Italia!... íY conozco también su Historia Eclesiástica y su Historia Sagrada! (**Es10.334**))
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