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((**Es10.302**) ángeles, algunos de los cuales circundan reverentes a su Señor y otros llegan volando de lejos con las alas ávidas de rendir ellos también homenaje al misterio de la Eucaristía. En la parte superior, un grupo de cabecitas angélicas sostiene levantada una tienda purpúrea que forma un dosel por encima del rayo de luz. Más abajo, el ángel mensajero de Dios, lleno de juventud y fuerza, expulsa a la Herejía, constituida por un grupo de figuras, la primera de las cuales es la Reforma en imagen de mujer, la cual, al ver cómo los ángeles adoran reverentes al Santísimo, huye despavorida llevándose en una mano la biblia adulterada y tirando con la otra, como armas desgastadas, la máscara de la hipocresía y las monedas corruptoras con que intenta hacer guerra al Santísimo Sacramento; la segunda es el Materialismo, representado por un hombre de formas atléticas, el cual agita una hacha encendida para incendiar y destruir por doquiera pasa la Reforma. También él es derribado por el ángel, ((**It10.327**)) y, rodando desde lo alto, parece desprenderse de la bóveda para desplomarse de cabeza contra el pavimento. Las pechinas situadas inmediatamente debajo de la bóveda tienen cuatro metros de diámetro cada una. En la de la derecha está pintada la aparición del Redentor, con su corazón radiante, a la bienaventurada Margarita de Alacoque; en la de la izquierda, la última cena de Jesús, en el momento en que El, en medio de sus discípulos admirados, instituye la Eucaristía. En el muro lateral de la derecha se ve a Jesús rodeado de niños en actitud de prodigarles cariñosos consejos y amables caricias. Más allá se contempla a la Samaritana, escuchando las palabras de vida que le dice el Nazareno, descubriéndole los secretos de sus culpas pasadas. En el rostro de la Samaritana se trasluce la maravilla, la turbación, la nueva determinación de mudar de vida; y en el de Jesús, la santa seriedad el Maestro que reprende, pero con clemencia. A mano izquierda del altar está representada la Agonía de Jesús en el Getsemaní, en el momento en que, sostenido por el ángel, recibe el cáliz. El artista se esforzó por grabar en aquel rostro divino el profundo dolor que debió invadirle al pensar en su próxima pasión. En la pintura de al lado está representado el buen pastor cuando encuentra a la oveja descarriada. Está expresada con mucho arte la infeliz situación de la pobre oveja caída entre las zarzas al borde de un precipicio, y la amorosa solicitud del místico pastor, que, de rodillas al margen del barranco, se afana por sacarla de allí ilesa, mientras se divisa a distancia el rebaño fiel congregado alrededor del aprisco señalado con una cruz luminosa. La pintura principal de los Sagrados Corazones de Jesús y de María es del artista turinés Bonetti. Brillan magistralmente en ella el arte, la naturalidad y el esplendor de los colores y de la expresión. El cuadro de san José no estaba acabado todavía; como veremos, no se colocó hasta 1874, cuando estaban terminadas las obras del Santuario. La novena de preparación a la fiesta fue predicada por el Abad don Maximiliano Bardessono de los Condes de Rigras. El día 19, solemnidad (**Es10.302**))
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