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((**Es10.255**) tanta alegría a su imprevista aparición que se emocionó profundamente. >>Apenas entró el Obispo en la habitación, la alegría tiñó de rubor su rostro. Monseñor le abrazó, le besó, le estrechó unos instantes a su pecho y le dijo: >>-Hijo mío, he venido a saludaros y os doy la santa bendición. >>Le bendijo y volvió a besarle; no sabía separarse de él. Se quedaron solos conversando durante casi una hora. Después salió Monseñor, visitó la casa y tomó un ligero refrigerio. Volvió a la habitación de don Bosco, habló con él amablemente de diversas cosas, le bendijo de nuevo y le besó. Don Bosco besóle la mano con afecto y alegría filial. >>El señor Obispo bendijo a todos y se despidió conmovido y satisfecho de haber encontrado al querido enfermo algo mejor, e insistió para que se le enviaran continuas noticias. >>Haga el favor de decir a don Francisco Dalmazzo que don Bosco demostró lo mucho que le quiere y ha encargado al padre Francesia que le escriba diciéndole: -Le doy las gracias con todo el afecto de mi corazón; le quiero mucho, muy de veras; nunca olvidaré lo que hace y cuida que hagan otros por mí y por mi curación. Ruegue por mí, pues yo siempre le recuerdo.>> Todos esperaban noticias cada vez más consoladoras, confiados en la bondad de María Auxiliadora. <((**It10.275**)) buenas noticias. Ayer terminó la novena, así que hoy, si María Auxiliadora nos encuentra dignos de su amor, nos devolverá sano a nuestro querido don Bosco; de no ser así, seguiremos importunándola hasta alcanzarlo. >>Tienes que saber que hace un frío que corta la piel. Todos los días aparecen muchos jarros reventados por el hielo, y el que tenías en tu camaranchón corrió la misma suerte. >>Te pido encarecidamente que, cuando cortes la barba a mi querido Padre, la guardes para entregármela cuando vuelvas...>> Por fin llegó una carta de don Juan Bautista Francesia a don Miguel Rúa, escrita el día 5 por la mañana, enviada con una posdata y otra añadidura en la tarde del mismo día, con las más alegres esperanzas: <>Ayer tuvo más fiebre, después de una noche afanosa con sueños pavorosos que le hacían gritar, y por la tarde se manifestó una abundante erupción. Tiene la mano izquierda cubierta casi por completo (**Es10.255**))
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