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((**Es10.249**) uno, y sólo faltaba el nombre del pobre Dogliani (lo que nunca había acaecido hasta ahora). Ignoro si el fallo se debe a la pluma del que escribió o a la lengua del que leyó; el caso es que lo estuve rumiando todo aquel día y aún pienso en ello. Otras veces, cuando don Bosco nos escribía desde Roma, yo me sentía orgulloso al verme saludado inmediatamente después de Barale y no tenía escrúpulo alguno en ostentar esta soberbia, porque la producía el deseo que un hijo tiene de ser querido por su padre; pero ahora me he visto totalmente olvidado; no aparezco ni en la posdata de la carta. Paciencia. Pero yo conozco a don Bosco y él me conoce a mí; y esto me basta. Quiero decir con ello, que, si se omitió mi nombre en la mencionada carta, fue por verdadera distracción. Pero deseo que usted me diga algo sobre el particular. >>Aquí, en el Oratorio, ha desaparecido la antigua alegría y no volverá hasta que no aparezca de nuevo el principal objeto de la misma. Resulta una escena conmovedora ver cómo los muchachos dejan la diversiones y los juegos, y corren al pie del altar para pedir la gracia de volver a verlo pronto sano y salvo. >>Todos los que vienen a la librería piden noticias del enfermo. Hasta los niños pequeños preguntan por don Bosco. Cuando sabemos que ha llegado un telegrama, nos falta tiempo para oírlo leer. Anteayer comenzamos todos juntos una novena a María Auxiliadora por la salud de nuestro Padre. Y esperamos que Ella, que quiso obtener tantas curaciones por este medio y a través de nuestro Padre, no querrá ciertamente olvidar una salud tan preciosa para todos. No acabaría nunca de hablar de don Bosco. Tan pronto como esté bueno, venga usted aquí enseguida para poder preparar un poco de ruido que acompañe al Te Deum. >>No sé si don Miguel Rúa estará todavía ahí cuando ((**It10.268**)) le llegue la presente; de ser así, haga el favor de saludarlo en mi nombre y en el de mis colegas libreros y músicos. >>Ruégole bese por mí la mano a don Bosco y le diga que yo también me atrevo a rezar por él y que espero que no me olvide>>. Don José Lazzero volvía a preguntar: <<>>Quién sabe si podremos felicitar el nuevo año a nuestro amadísimo don Bosco? Así lo esperamos; no es posible lo contrario, teniendo en cuenta tantas y tan fervorosas oraciones como se hacen por él>>. Y Enría le contestaba: <(**Es10.249**))
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