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((**Es10.245**) por la enfermedad de su queridísimo Padre y hacen cuanto pueden para aliviar sus dolores, observando buena conducta y haciendo oraciones especiales. Salvo poquísimas excepciones, y don Bosco sabe quiénes pueden ser éstos, los demás comulgaron durante la novena de Navidad, unos dos veces, otros tres y algunos todos los días, pidiendo la curación del Padre don Bosco; y siguen haciéndolo también ahora después de Navidad. >>Demostraron su especial afecto a don Bosco los de la Compañía de San José. Sí, esperamos de san José que pronto nos conceda tener con nosotros a nuestro amadísimo Padre sano y salvo. Hubo algunos que encargaron se celebraran misas con el dinero de sus propinas. Los aprendices no dan muestras en estos días de disipación y de espíritu inquieto, sino que todos, sosegados y con afligido semblante, parecen decir: íTenemos enfermo a nuestro Padre! Cuando estoy con ellos, piden continuamente noticias de don Bosco; puedes figurarte cómo me gusta poder decirles todo lo que sé de nuestro nunca bastante querido Padre. Más de una vez, contándoles su enfermedad derramé alguna lágrima y procuré que los jóvenes no se dieran cuenta de ello, desviando la conversación a cosas indiferentes, pero animándolos siempre a rezar con fe. >>Los músicos comulgaron también por don Bosco, excepto algunos... Y, entre éstos, los dos que don Bosco recomendó desde ahí, a los cuales ya les he hablado. >>No te doy noticias de la hermosa fiesta de Navidad porque, cuando don Miguel Rúa llegue, podrá informarte de todo. Los artesanitos, adonde yo voy a confesar, y en el Refugio, adonde voy a celebrar la misa, piden ((**It10.263**)) siempre noticias de don Bosco y rezan con mucho interés por él. No hace falta que yo exprese mis deseos de que don Bosco se vea pronto libre de su mal. íOh, cuántas promesas he hecho y sigo haciendo todavía! íTodo lo espero de Dios, de María y de san José!>>. Enría enviaba buenas noticias al Oratorio; don José Lazzero copiaba la carta y la leía por la noche a los aprendices: <>Hoy se ha encontrado bien; tenía, es verdad, algo de fiebre, pero tan ligera, que el médico no le dio importancia. Si mañana no vuelve esa dichosa fiebre, pronto entrará en convalecencia. Nuestra única esperanza es verle pronto curado; todos nuestros ruegos al Señor son con este fin. Sé que se ha rezado mucho y que se sigue rezando aún. El mismo don Bosco dice que, si no fuera por las oraciones que hacen sus hijos y muchas otras piadosas personas, no (**Es10.245**))
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