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((**Es10.241**) <> a los queridísimos amigos del Oratorio: <>Ah, querido Buzzetti, no me siento con fuerzas para escribir, porque siento un dolor muy grande. No se puede resistir. Necesito desahogarme llorando, con un llanto que me parte el alma de dolor. Pero >>quién no se sentiría con el corazón desgarrado al ver a un padre, tan querido, gimiendo en el lecho durante tanto tiempo sin ((**It10.258**)) poder obtener un resultado seguro de su enfermedad? Un día bien, otro mal, y siempre nuevas erupciones. Apenas cesan éstas, que le tienen crucificado, vienen el sudor y la fiebre y le dejan tan postrado que, al verle, se ablandarían las piedras. >>Estamos seguros de verle pronto convaleciente y finalmente curado del todo? Por favor, diga que recen, pero de todo corazón, y el Niño Jesús tendrá compasión de nosotros y nos devolverá a nuestro querido padre don Bosco sano y salvo, como todos deseamos. >>Diga a don Francisco Dalmazzo que don Bosco ha tenido una gran alegría con la carta de los socios de la Compañía del Santísimo Sacramento. Yo me conmoví hasta las lágrimas, al oír tan bonitas expresiones de amor filial; no hay nada como la religión católica para infundir en los corazones tan bellos sentimientos. Dígale que sigan rezando; pronto seremos oídos. >>Son las dos de la mañana; ahora parece que está adormecido... Deseo unas felices fiestas a todos... Yo las pasaré con el corazón oprimido junto al lecho de nuestro Padre. íEsperemos! íEsperemos! Dios nos ayudará>>. 5. Alguna mejoría Don Miguel Rúa, aunque continuaba gravemente enferma su madre, había decidido ir a Varazze durante las fiestas de Navidad, a más tardar el día de san Juan Evangelista. Se le comunicaban todas las cartas de Enría, y él cada noche, después de las oraciones, daba (**Es10.241**))
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