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((**Es10.238**) podrá dar algún trocito de pollo o de palomino. Don Bosco quedó tan satisfecho con la visita de este doctor, de la condesa Corsi y de su hija, que parecía no tener ya mal alguno. >>íGoza lo indecible cuando ve a alguien del Oratorio! Estuvo aquí todo el día don Domingo Vota, que vino a visitarle desde Alassio, y me dijo don Bosco: >>-Disfruto tanto, cuando veo a uno de Casa, que me parece estar en Turín. >>Con el espíritu y el corazón siempre está en el Oratorio entre sus hijos y no deja un instante, como muchas veces me dice, de rezar por ellos. Hasta cuando sueña está siempre en el Oratorio... >>Son las tres de la mañana. Su sueño es agitado e interrumpido. >>Experimentó una gran alegría cuando le conté que en el Oratorio se reza mucho por él, que el domingo hubo muchas comuniones, particularmente de los aprendices y de los socios de la Compañía de San José. >>Me ha dicho que se les den las gracias de su parte. >>Falco tiene gran habilidad para prepararle el pan rayado con caldo de carne. >>El Párroco de Varazze anunció desde el púlpito nuestra desgracia; toda la población lo sintió mucho, y se hacen triduos y novenas por él. >>Siguen llegando cartas y telegramas de todas partes. Los obispos le envían su bendición, diciendo que ruegan al Señor para que se digne conservar su preciosa vida... Son muchísimas las personas de toda suerte las que comparten nuestro dolor>>. El Santo, lo mismo que se preocupaba de sus hijos durante la enfermedad, seguía ocupándose también de los trabajos que llevaba entre manos. Estaba por aquellos días en la imprenta una nueva edición del Joven Instruido, y rogaba a don Juan Bautista Francesia que corrigiera las pruebas de algunas páginas, añadidas como apéndice, y que las enviara después al nuevo Arzobispo de Turín para obtener su ((**It10.255**)) aprobación; y pensaba también en una nueva edición de la Historia Eclesiástica. El doctor Fissore, la condesa Corsi y su hija salieron de Varazze el 21 por la tarde, satisfechos de su mejoría, y convencidos de que por el momento no había que temer ningún peligro. La Condesa, antes de salir, le preguntó si deseaba que le proveyese de algo para que su habitación de Turín fuera más cómoda, por ejemplo, una alfombra, que sirviese para defenderle del frío en los pies, que, a fin de cuentas, podía ser la causa de los dolores de cabeza; (**Es10.238**))
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