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((**Es10.235**) que pudiera fallecer, se hincó de rodillas y, con los ojos arrasados en lágrimas y las manos levantadas hacia el cielo, prorrumpió en estas palabras: ((**It10.251**)) <<-Señor, si queréis una víctima, aquí estoy yo, mas, por piedad, ícurad a don Bosco!>>. Y le escribió una carta conmovedora sobremanera, en la que, después de mencionar su grande y providencial apostolado, decía: <>. Y esto mismo se lo repetía a don Juan Cagliero, diciendo 1: <<íMi vida vale muy poco o nada; pero la de don Bosco es preciosa, es utilísima para el bien de la Iglesia! La mía, comparada con la de don Bosco, no tiene ningún valor; pero la suya es la vida de un Santo; y ya se sabe que los santos no están en este mundo para no hacer nada>>. En el Oratorio hubo una porfía inigualable de devoción filial. Algunos alumnos rodearon el altar de María Auxiliadora suplicándola que tuviera a bien llevárselos enseguida a todos al paraíso, con tal de que don Bosco volviera a sus hijos sano y salvo. Estaba, entre aquellos generosos muchachos, Luis Gamarra, natural de Lombriasco, quien comunicó a Enría la ofrenda que habían hecho para alcanzar la curación del amadísimo Padre. Enría leyó la carta a don Bosco, y el Santo, emocionado, exclamó llorando: -íQué muchachos más buenos! íCuánto quieren a este pobre don Bosco! Y encargó a Enría que les diera las gracias y les animara a seguir rezando, porque sus oraciones eran agradables a Dios. A propósito de este Luis Gamarra, ponía de relieve Enría lo siguiente, en el Proceso Informativo: <>. También don Domingo Pestarino voló al cielo dos años después del generoso holocausto, el 15 de mayo de 1874; y monseñor Galletti <>. Mientras que don Bosco, <(**Es10.235**))
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