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((**Es10.229**) sentía que renové al Señor el sacrificio de mi vida por la de mi Padre. Pasó aquel día en acción de gracias>>. El mal era realmente grave. El mismo don Bosco creía llegado su fin y decía una de aquellas tardes a don Juan Bautista Francesia que llamara a un notario, pues deseaba dejar arreglados los intereses de la Pía Sociedad. Decía esto sereno y tranquilo, dispuesto a cualquier eventualidad. Francesia rompió a llorar, no dijo palabra y salió de la habitación. Allí acabó todo; no llamó al notario. La fiebre, las erupciones cutáneas, el abundantísimo sudor, le atormentaban; <>íDios, que provee a las aves del aire, pensará también en los pobres hijos del Oratorio! >>Siempre tenía una palabra de consuelo para todos los que acudían a visitarle>>. Iban a verle algunos eclesiásticos, hasta de Turín y de Génova, y todos quedaban edificados de su piedad y resignación, porque nunca hablaba de sus males, sino de los de la Iglesia y de la sociedad, y de la necesidad de trabajar por la juventud para que no se maleara. -La enfermedad, decía, que echa a perder al mundo es la inmoralidad, la incredulidad y el materialismo, que intenta adueñarse del corazón de los jóvenes. Para poner un dique a tantos males es necesario acercarse a ellos, atenderlos y darles una educación verdaderamente religiosa. Hay que cuidar las vocaciones y formar buenos y santos sacerdotes y religiosos que se dediquen, de un modo particular, a instruir a la juventud. Yo aseguro que en pocos años las generaciones mejorarán y la Religión triunfará... Mas, para alcanzar esta meta, se requiere estar unidos al Papa, que es el Vicario de Jesucristo; entonces la juventud volverá a amar el bien, la fe y la verdad. El fiel enfermero se dio cuenta muy pronto de que le servía ((**It10.245**)) de alivio oír hablar de los primeros tiempos del Oratorio; y yo, depuso Enría, le hablaba a menudo de ellos durante la enfermedad... <<->>Se acuerda, don Bosco, de cuando su madre le reñía porque no cesaba de admitir nuevos muchachos? Decíale ella: -No te cansas de admitir chicos y más chicos, pero >>cómo mantenerlos y vestirlos? íNo hay nada en casa y empieza a hacer frío! >>Me tocó a mí varias noches dormir sobre unas hojas secas sin más arrimo que una manta pequeña. >>Y, al llegar la noche, cuando estábamos en cama, usted, don (**Es10.229**))
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