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((**Es10.1256**) con el fin de abrir en ella un seminario, un colegio y un asilo para húerfanos, muchos de los cuales serán aprendices. Aceptamos por tanto el ofrecimiento que se nos hace de setecientos acres de terreno y pedinmos humildemente: 1.° Las colectas que se hacen en la misa dos veces al año en todas las iglesias de la diócesis. 2.° Permiso para hacer ferias, veladas, suscripciones. 3.° La conversión de nuestra iglesia en parroquia, y parroquia suficientemente extensa, con derecho a atenderla sólo nosotros, salvo que su Excelencia quiera honrarnos con su atención personal, mas no con la de otros. 4.° La asignación de una porción de misión para confiárnosla a nosotros y ejercitar en ella a nuestros jóvenes misioneros. 5.° La instrucción y educación del clero, del colegio y del asilo, bajo la inmediata supervisión de su Excelencia. 6.° La congregación religiosa, siempre obediente a lo que el Obispo le mandare en el ejercicio del ministerio, pide, sin embargo, poner al amparo de sus propias constituciones en lo que se refiere a su administración y dirección interna, exactamente como toda congregación religiosa consigue comúnmente de los Obispos. Añadirá usted, Padre Superior, otros artículos a éstos en su carta, la cual servirá de base para nuestras negociaciones. Mientras tanto, se busca una habitación para dar las clases, y el compañero inaugurará enseguida la escuela y llevará a los muchachos de paseo todos los días para atraer la atención del público y los educará en las ceremonias del culto y en el canto. Los misioneros, por su parte, se dedicarán a visitar las familias y estudiar el lugar oportuno, trazar el plano de la casa, hacer un presupuesto y procurar lo medios con que sufragar los gastos. Todo fijado, el Padre que tiene que volver, concertado todo con el Obispo, toma consigo a cuatro o cinco americanos y, a expensas del Obispos, los trae a Italia. Aquí, mientras éstos se preparan, organiza él todo lo que tendrá que enviar en febrero a América, sacerdotes, carpinteros, albañiles, etc., para construir iglesia y casa, etc., aunque yo la habré comenzado ya, pero sólo para poder albergar en condiciones a los recién llegados, junto con los dos que hemos quedado. ((**It10.1370**)) Punto séptimo.-Reflexiones sobre el Instituto para aprendices. -Estaba en mis deseos un instituto de esta índole, especialmente para los negros, desde que estuve en Fernandina. Había obtenido terreno, suscripciones de cuarenta mil francos, tenía los planos de la iglesia y de la casa y algo hubiera hecho de haberme quedado allá, especialmente en agricultura; pero, poco o nada de lo demás, porque en América todo es nuevo y bien preparado; no se acostumbra remendar, porque cuesta más que comprarlo nuevo, pero, hacer las cosas nuevas al precio que aquí se pide, sólo pueden lograrlo las grandes empresas. Los zapateros, sastres y sombrereros, no encuentran trabajo. Puertas, ventanas, muebles, rejas, verjas, con todo lo que se puede necesitar en madera, hierro, cristal, todo lo suministran las grandes empresas. Los carpinteros para construir casas de madera y los albañiles tienen trabajo muy bien pagado, aunque no es trabajo para muchachos y para hecho en casa. Lo que podría hacerse, y muy rentable, sería: 1.° Una fábrica de papel, ya que abunda el material. 2.° Una fundición de hierro, pues bastan los hierros tirados. (**Es10.1256**))
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