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((**Es10.1219**) 12. El pensamiento de la muerte A fines de otoño sucedió en el Oratorio un caso singular, un verdadero atentado contra el joven estudiante Luis Deppert, que después se hizo salesiano. Exponemos a continuación la auténtica narración que él mismo hizo: Corría el año 1874. Una noche, a fines de otoño, cuando los jóvenes estaban cenando y reinaba en el Oratorio profundo silencio, se encontraba en la portería el joven Luis Deppert. Estaba escribiendo. La puerta, que daba a la calle, quedaba entreabierta. De pronto se abrió y entraron tres jóvenes reclutas, que a primera vista parecían borrachos. Se levantó Deppert y, adelantándose hacia ellos, les preguntó: ->>Qué deseáis? -Deseamos, contestó uno, ver a don Bosco. -Perdonad, replicó Deppert, no es hora; volved mañana. -Sin embargo, añadieron, queremos hablar con él esta misma noche. -Y yo os repito que no es posible. Ahora está cenando; y, además, no es este el momento para recibir visitas. Y, así diciendo, los acompañó hasta la puerta. Intentó cerrarla para echar el cerrojo, pero se lo impidieron. >>Qué hacer? Se colocó entre la puerta y la pared, hincó el pie, tendió los brazos para impedir el paso a los tres mozos, que intentaban entrar a la fuerza. Estos, al ver que era inútil todo esfuerzo, se miraron uno a otro como si quisiesen darse una señal. Uno de los tres sacó una navaja de tres hojas y se la clavó en la parte del corazón. Y escaparon a todo correr. El joven Deppert, que de momento no había advertido el buen regalo, cerró la puerta y volvió a su trabajo. Pero sólo pudo seguir unos minutos. Le corría la sangre por el cuerpo y sintió que se desmayaba. Miró y vio la ropa perforada y empañada en sangre. Entonces, al darse cuenta de lo ocurrido, se levantó para buscar ((**It10.1330**)) quien le substituyese en la portería para ir a la enfermería. Pero le faltaron las fuerzas. El señor Pelazza, que paseaba por el pórtico contiguo a la portería, al enterarse de lo sucedido, lo sostuvo por el brazo y lo llevó a la enfermería. Le examinaron la herida y, temiendo que fuera grave, por no decir mortal, pensaron llevarlo al Hospital de San Mauricio y San Lázarao (llamado Hospital de los Caballeros). La herida era verdaderamente grave. Los médicos, vista su profundidad, afirmaron que había faltado poco para llegar al corazón, en cuyo caso no hubiera habido remedio. Pero, gracias a Dios, a los solícitos cuidados de aquellos excelentes cirujanos, y a las oraciones que por él se hicieron, pudo salir del hospital a los quince días y, después de una breve convalecencia, quedó completamente restablecido de salud. Tanto, que pudo seguir sus estudios y aquel mismo año vistió la sotana eclesiástica. >>Qué querían aquellos tres mozos? >>Hablar con don Bosco? >>Y a aquellas horas? >>Qué asunto les llevaba: Estas eran las preguntas que más se oían. Hasta aquí don Luis Deppert. Nosotros añadiremos: ->>Por qué no pensar que aquellos tres asesinos llevaban la orden de clavar el cuchillo de tres hojas en el corazón de don Bosco? Nosotros somos de este parecer. En efecto, no fue aquella la última (**Es10.1219**))
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