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((**Es10.1177**) Muy Rvdo. señor Párroco: En mi calidad de Prefecto de la Congregación de San Francisco de Sales ruego a V. M. Rvda. S. tenga a bien comunicar algunas cosas, concernientes a los sacerdotes don Santiago y don Francisco Cuffia. Pertenecieron a esta Congregación y en ella se ordenaron. Ahora bien, habiéndose salido de la misma, es indispensable que tomen las medidas para cumplir lo que, en general, y específicamente en el decreto de nuestra aprobación, prescribe la Santa Sede, donde dice: Si quis, ex congregatione discesserit, ipso facto suspensus sit, donec, titulo ecclesiastico regulariter constituto, episcopum acceptatorem invenerit (Si alguien saliere de la Congregación, queda suspenso automáticamente, hasta que, constituido el título eclesiástico, hallare obispo que le acepte). Habiendo salido sin decir nada al Superior, tampoco recibieron la normal comunicación, que ciertamente se habría hecho. Agradecido a su favor, le ofrezco mi humilde persona para cualquier cosa en que yo pueda servirle, mientras tengo el honor de profesarme De V. S. Rvma. Su seguro servidor MIGUEL RUA, Pbro. Pref. de la Congregación Salesiana Aquel año, así nos parece a nosotros, don Bosco estuvo en San Ignacio sólo durante la primera tanda de ejercicios; y los hizo por su cuenta <>. ((**It10.1283**)) Así escribía, antes de volver a Turín, a la condesa Viancino de Viancino. El pensamiento de la muerte estaba siempre presente en su mente y, también aquel año, volvía, como veremos, a hacer testamento. Benemérita Condesa: Su carta vino a buscarme aquí, a San Ignacio, donde hago los ejercicios espirituales para prepararme un poquito para mi eternidad. Lo necesito mucho y me encomiendo de corazón a la caridad de sus santas oraciones. Siento mucho que la señorita Belmonte esté tan gravemente enferma. He comenzado enseguida a rezar por ella y he escrito a Turín para que hagan lo mismo ante el altar de María Auxiliadora; lo mismo hacen algunos piadosos señores en este santuario. Todo eso tenemos... Dios es todopoderoso y, si quiere, puede; pero a veces su voluntad, mejor, sus decretos son contrarios a los nuestros; acatémoslos siempre. Me alegro mucho de que usted y el señor Conde disfruten de buena salud en medio de tan grandes calores, que espero hayan disminuido ya. Acaricio siempre el dulce pensamiento de ir a Bricherasio; mucho más ahora que tiene la capilla en su casa, y que mi habitación (ímire usted que señorío!) está preparada. (**Es10.1177**))
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