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((**Es10.1163**) ((**It10.1267**)) 4. El campo del apostolado misionero Pocos Santos ha habido a quienes Dios presentara la visión del apostolado que estaban destinados a cumplir de forma tan clara y detallada, como a nuestro Fundador. El la tuvo delante, grabada en su mente desde niño y, en muchos otros sueños, que se sucedieron hasta el término de sus días, les fueron señalados incluso los detalles, para que le sirvieran de guía en su fiel cumplimiento. Por ejemplo, en 1861 contempló una inmensa cantidad de muchachos de infinita variedad de costumbres, facciones y lenguaje, y aunque intentó reconocer quiénes eran, no pudo descubrir más que una mínima parte con sus directores, maestros y asistentes. ->>Quiénes son éstos?, preguntaba entre tanto el guía. -íTodos son hijos tuyos! Escucha, hablan de ti, de tus antiguos hijos y de sus superiores, fallecidos hace tiempo; y recuerdan las enseñanzas recibidas de ti y de ellos 1. El, en efecto, como claramente nos dicen otros sueños ívio a todos sus alumnos y nuestros, pasados, presentes y futuros! íAlgo verdaderamente singular! <>, se le apareció una inmensa llanura, completamente inculta, donde no se divisaban colinas, ni montes. En cambio <>. Había en ella tropeles de hombres que la recorrían. Eran de color cetrino, talla y corpulencia extraordinaria, rostro feroz, cabellos ásperos y largos. Iban casi desnudos; sólo un manto de pieles de animales les colgaba de los hombros: era la Patagonia. Después de esta visión sintió él, así lo declaraba en 1876, renacer en su corazón la antigua ansia del apostolado misionero, pero no lograba relacionar con qué pueblo podían cuadrar los rasgos de aquellos salvajes. <((**It10.1268**)) despertó el recuerdo de la venida de monseñor Comboni al Oratorio muchos años atrás, y de las empresas apostólicas de la Sociedad de las Misiones Extranjeras en Verona, de los Hijos del Sagrado Corazón, salidos del Seminario, fundado por monseñor Comboni en 1871, para formar misioneros para su Vicariato Apostólico del Africa Central. Pero, después de consultar a personas que conocían aquellas tierras, y leer libros de geografía abandoné este pensamiento. 1 Véase Memorias Biográficas, Volumen VI, pág. 689. (**Es10.1163**))
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