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((**Es1.392**) la prueba. -Su panegírico admiró a todos, particularmente al clero. Sus compañeros seminaristas repetían: -íEl, nos deja a todos tamañitos! - Y Juan Filippello, que tuvo la satisfacción de oírlo, repetía cuarenta y ocho años más tarde que aquel sermón le quedó grabado para siempre. Así nos lo atestiguaba también el mismo don Rópolo. Aunque seguía entretanto reuniendo los domingos a los niños de los campesinos y constituía su mayor alegría al estar con ellos, parece que, además de las amistades contraídas con personas distinguidas de Castelnuovo y de Chieri, sostenía también relación con algunas familias nobles que habitaban en los castillos de los pueblos circunvecinos. Y digo parece, porque en sus memorias no hay rastro alguno de ello. Sin embargo, en la cabecera del manuscrito que preparaba para la biografía de Comollo aparece esta frase: <((**It1.491**)), seminarista de Chieri, dedicados al joven Luis Larissé, conde heredero>>. Nos convence de ello, además, el siguiente borrador de una carta dirigida a cierto joven, que tiene maestro en su propia casa, circunstancia que indica la posición social del destinatario de la carta de Juan. El le reprende por el tiempo perdido y le amonesta para que lo remedie con una conducta más seria y diligente en adelante. Castelnuovo 28 de agosto de 1840 Siento inmensamente, mi querido amigo, no hayáis podido satisfacer vuestros deseos y secundar las esperanzas de vuestro padres. Pero si tratáis vos mismo de buscar la raíz verdadera, hallaréis que la culpa es vuestra. Porque si hubierais estudiado lo que en clase y en casa os enseñaba cotidianamente vuestro diligentísimo maestro, no tendríais ahora que ver a vuestros compañeros ser admitidos para el curso superior y escuchar una vergonzosa negativa para vos. No sé si es mejor estar de vacación todo el año y no ser aprobado como los demás compañeros, o estudiar todo lo que se pueda y así pasar honrosamente a la clase superior. Pero si yo debiera aconsejar a alguien una de estas dos determinaciones, le exhortaría a no esperara que los superiores sean indulgentes, sino más bien a considerarlos como rigurosos y aún rigurosísimos, y obrar en consecuencia, de modo que al fin del año se consiga pasar por mérito propio y no por la bondad de los profesores. Pero como muchos piensan de otra manera, sucede que, aunque no lo quieran, deberán arrepentirse del tiempo perdido, precisamente cuando con vergüenza se verán obligados a llevarse un chasco. Así que tranquilizaos y procurad remediar lo mal hecho, (**Es1.392**))
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