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((**Es1.351**)((**It1.435**)) CAPITULO XLIX PERENNE JOVIALIDAD DE JUAN BOSCO -COSAS DE POCA IMPORTANCIA -DISCIPLINAS DE RISA -UN CANTOR QUE PIERDE LOS ANTEOJOS -LOS APUROS DE UN ALCALDE -CUMPLIMIENTO DE UNA PROMESA LA vida de Juan Bosco siempre fue vida de paz y de alegría. Aun en medio de las pruebas más duras, hasta siendo sacerdote, si, por algunos instantes, parecía que su ánimo jovial se nublaba, pronto se manifestaba con agudezas o amenas narraciones. Se puede decir que no pasó día, sin excitar con ellas la hilaridad, lo mismo en reuniones públicas que en las charlas con los alumnos o en los corros que formaban en su derredor los salesianos y muchachos, y en los viajes, en las casas, en las mansiones señoriales, doquiera se presentaba. Como era un atento observador de cuanto ocurría, sabía una serie inacabable de hechos graciosos. La conciencia tranquila y el completo abandono en las manos de la divina Providencia no le permitían el desaliento y la tristeza. Doquiera iba llevaba consigo la más viva alegría y la sonrisa más sincera. Era ésta su norma constante, de acuerdo con la enseñanza del Eclesiástico: <((**It1.436**)) echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a muchos y no hay en ella utilidad. Envidia y mal humor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo>>. 1 La alegría del corazón de don Bosco se reflejaba hasta en su cara, como si en sus oídos resonara de continuo la exhortación de San Pablo: <>. 2 1 Ecles., XXX, 21. 2 Filipenses, IV, 4. (**Es1.351**))
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