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((**Es1.321**) nuestra ruina, como lo fue para varias órdenes religiosas que tenían por misión principal la educación de la juventud pobre y luego la abandonaron para dedicarse a los nobles. - Sin embargo, más tarde tuvo que aceptar el colegio de Valsálice, ante las vivas instancias de la Comisión directora, el mandato de monseñor Gastaldi y para defender ((**It1.396**)) el honor del clero turinés, sometiéndose, desde luego, a dolorosos sacrificios, que sólo Dios habrá sabido recompensar. El continuo y concienzudo trabajo en Montaldo, soportado durante las vacaciones, no permitió a Juan repasar ni estudiar nada de lo que debía preparar para los exámenes de Todos los Santos. Sin embargo, al volver en noviembre al seminario de Chieri, en los pocos días anteriores al examen tomó los libros, cortó las hojas del tratado de metafísica, sobre la cual debía versar el examen, aunque no había sido explicado, se presentó al tribunal y superó felizmente la prueba. No puede tacharse de superficial este estudio ni tampoco su resultado, dada la facilidad de Juan Bosco para retener en la memoria los tratados, que no se cansaba después de meditar en todas sus partes, sus pruebas, consideraciones y objeciones. Su mentalidad matemática era tan ordenada, que en sus razonamientos procedía siempre por vía de definiciones exactas, como las ofrecen los mejores autores. Y de ello podemos dar amplio testimonio los que durante varios años oímos sus pláticas doctrinales en la iglesia; ya que, siempre, solía empezar dando la definición de la verdad, del vicio o de la virtud, tema de su plática, y pasaba después a confirmarla ordenadamente con diversos argumentos. De este modo quedaban indelebles las verdades que él exponía. Muchas veces hubimos de sorprendernos de la prontitud de sus respuestas, después de los años que había dejado los estudios de filosofía. Don Ciattino, hombre de gran cultura, filósofo que se jactaba de seguir a Rosmini, al huir en 1856 de Venecia por motivos políticos, fue recomendado a don Bosco y se hospedó en el Oratorio durante casi un año. Un día, al terminar la comida, se abrió la conversación sobre el origen de las ideas y otras cuestiones filosóficas. Don Ciattino expuso su opinión. De su proposición sacó don Bosco con toda tranquilidad la primera ((**It1.397**)) consecuencia, y después con una serie de <>, lacónicos, precisos, irrefutables, que no admitían réplica, concluyó así: -Entonces, usted es panteísta? - Don Ciattino balbuceó unas palabras, pero como no era posible librarse de las razones aducidas por don Bosco y le disgustaba quedar mal ante los comensales, se enfadó y salió del refectorio dando un (**Es1.321**))
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