Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es1.248**) Más aún, te lo aseguro: si decides ser sacerdote secular y por desgracia llegaras a ser rico, no iré a verte ni una vez. íRecuérdalo bien! A los setenta años y pico recordaba don Bosco el aspecto severo que tomó su madre al pronunciar estas palabras, y aún resonaba en sus oídos el tono vibrante de su voz; y al repetir estas enérgicas expresiones, tan cristianas, se conmovía hasta saltarle las lágrimas. Pero el Señor, que veía la sinceridad del corazón de Margarita, hizo que no tuviera que separarse de su hijo y que Juan contara con su ayuda generosa en la fundación del Oratorio de San Francisco de Sales. Entretanto, nadie sospechaba en Chieri lo más mínimo de lo que Juan estaba proyectando. Era siempre el mismo. Su entrega total a los estudios, su generosidad y afabilidad continua con los compañeros hacía suponer que llevaba una vida ajena a toda angustia. Y sin embargo no hubo otro año como aquél de humanidades que le ocasionara mayores preocupaciones y sacrificios, por la incertidumbre del porvenir y la falta de medios materiales. ((**It1.297**)) Tenía que arreglárselas con las exiguas retribuciones que no todos los alumnos le daban por sus repasos y lo poco que le llevaba su madre para vestirse, procurarse la mayor parte de su alimentación y proveerse de lo necesario para la clase. Y la buena Margarita, cuando no tenía lo necesario para el hijo, recurría a personas caritativas pidiéndoles dinero prestado o su ayuda con trigo u otra cosa. Don Juan Turchi recuerda que su padre decía alguna vez haber contribuido también él a esta obra de caridad. <>, dice Salomón 1; y Juan, resignándose alegremente a la voluntad de Dios, que todo lo dispone para bien de quien le ama, disimulaba sus privaciones, que le obligaban a ayunos más rigurosos de los mandados por la Iglesia. Un día de vacaciones pensó comer como hacía tiempo no lo había hecho. Se hizo con cierta cantidad de higos, fue a comprar un grueso pan de munición. Mientras volvía a casa, se encontró con un grupo de compañeros que jugaban a las bochas en la plaza de San Antonio, y se paró a verlos. Empezó entretanto, sin darse cuenta a mordisquear el pan y, distraído con el juego y otros pensamientos, acabó por comérselo del todo. Al terminar el juego, se acordó de que en casa le aguardaban los higos; mas al disponerse a volver, se extrañó de no tener el pan. Busca por aquí, busca por allá; pregunta a los compañeros; imagina que se lo han escondido en broma. Uno 1 Prov., XII, 21. (**Es1.248**))
<Anterior: 1. 247><Siguiente: 1. 249>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com