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((**Es1.159**) míos, que no son malos, pero que se hacen tales porque nadie se ocupa de ellos. - La franqueza y audacia en el hablar del niño causó gran impresión al santo sacerdote, que, mientras Juan hablaba, no le quitaba los ojos de encima. Llegados entretanto a un determinado punto del camino, en que era menester separarse, le dejó diciendo: -Sabes ayudar a la santa misa? - Sí, un poco. - Ven mañana a mi casa. Tengo algo que decirte. - Y así le dejó. ((**It1.179**)) Juan se presentó puntualmente en San Pedro, en casa del capellán, y le ayudó a misa. Don Calosso, le llevó luego a su casa y una vez allí le dijo: -íMira! Ahora necesito escribir el sermón del misionero. Serías capaz de dictármelo? - No hay dificultad; pero yo no lo sé en italiano. - No importa, dicta como sepas. - Si es así, póngase a escribir, dijo Juan. - El capellán se sentó al escritorio y Juan le dictó el sermón entero de cabo a rabo, hasta dejar al buen sacerdote pasmado ante memoria tan sorprendente. Cuando Juan llegó a sacerdote, repitió varias veces aquel mismo sermón y lo recordó por entero hasta sus últimos días. Al fin, el capellán le dijo: -íAnimo!, yo pensaré en ti y en tus estudios. Ven a verme con tu madre el domingo y lo arreglaremos todo. íSe puede imaginar la alegría de Margarita ante tal noticia! Al domingo siguiente fue con su hijo a visitar a don Calosso. Cuando el capellán la vio, le dijo: -No sabe usted que el chico es un portento de memoria? Hay que hacerle estudiar. - íCómo lo desearía yo!, respondió Margarita; pero tengo muchas y serias dificultades. De usted saber que son tres hermanos y éste es el más pequeño. El mayor no quiere de ninguna manera y nos pondría la casa patas arriba. - íNo importa!, concluyó el buen sacerdote; todo se arreglará. Haga usted todo lo que pueda y sepa, pero ponga este chiquito a estudiar, porque ésa es la voluntad de Dios. - Puede estar usted seguro de que haré cuanto pueda para satisfacer su deseo, que es también el mío - terminó Margarita dándole las gracias. Y se convino que él mismo, don Calosso, daría ((**It1.180**)) clase a Juan un rato cada día, a fin de que trabajase el resto en el campo para condescender con su hermano Antonio. Este, al enterarse de la determinación de la madre, se enfadó muchísimo, pero se calmó, al saber que las clases comenzarían después del verano, cuando ya no hay mucho trabajo en el campo. (**Es1.159**))
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