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((**Es1.137**)((**It1.149**)) CAPITULO XVIII MARGARITA ESCUELA DE CARIDAD CON LOS POBRES, LOS BANDIDOS, LOS CAMINANTES, LOS ENFERMOS -LA DIVINA PROVIDENCIA SOCORRE A MARGARITA EN SU POBREZA -SANTA INTENCION CON QUE HOSPEDA A LOS NECESITADOS JUAN, formado en la escuela de su buena madre, podía muy bien repetir las palabras de Job: <>. 1 En efecto, fue máxima constante de Margarita hacer siempre el bien a quien pudiera y guardarse de hacer mal a nadie, ni siquiera con una palabra poco respetuosa o poco amable. Su espíritu se conservaba siempre tranquilo y nunca alimentó resentimiento contra nadie. Jamás se encontró en la necesidad de perdonar, porque nunca se consideró ofendida. Y, sin embargo, era de carácter sensibilísimo; pero su sensibilidad había llegado a convertirse en caridad hasta tal punto que, con toda razón, Margarita podía ser llamada madre de todos los que se encontraban en necesidad. Jamás rechazó a nadie y nunca negó a otros cuanto le pedían, como si poseyera riquezas inagotables. Los vecinos acudían a ella unas veces ((**It1.150**)) en busca de lumbre, otras por agua, otras por leña. A los enfermos que necesitaban vino, se lo daba generosamente, sin aceptar retribución alguna. Prestaba aceite, pan, harina de trigo, harina de maíz, siempre que se lo pedían y sin dar nunca señales de que le molestara la importunidad. Algunas veces, quien le había pedido prestado pan, si se veía en apuros, iba a ella con timidez y le decía: -Margarita, tendría necesidad de pan, aunque todavía tengo que devolverle el que me dio la semana pasada. -No piense ya en el pan de la semana pasada; le prohíbo que me hable de él; piense solamente en devolmerme el que le doy ahora. -Y así lo quería con toda sinceridad. //1 Job, XXXI, 18.// (**Es1.137**))
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